Según el Gobierno húngaro de centro derecha, que accedió al poder el pasado 29 de mayo tras ganar por mayoría absoluta las elecciones, la economía húngara está en una «situación grave». Según han dicho, el anterior gobierno manipuló las cuentas públicas como hizo el gobierno griego.
El portavoz del primer ministro, Péter Szijjártó, matizó que todavía Hungría no se encuentra en la situación de Grecia y adelantó que el Gobierno trabaja en un plan de choque para sanear las cuentas públicas que será presentado en dos días.
Por su parte el Banco Nacional de Hungría pronostica para este año un déficit del 4,5 % del Producto Interior Bruto mientras que el partido en el gobierno (FIDESZ) lo eleva al 7,5%.
Hungría ya recibió en octubre de 2008 un préstamo de 20.000 millones de euros del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Mundial para evitar la bancarrota. Desde que recibieron el préstamo tuvieron que tomar estrictas medidas de austeridad, como un recorte de los sueldos de los funcionarios y pensionistas, eso dificulta ahora llevar a la práctica promesas electorales como una reducción «radical» de los impuestos. Los partidos de la oposición han tachado al Gobierno de alarmista y le han instado a«tranquilizar a los mercados».
Las declaraciones provocaron el desplome de la Bolsa de Budapest, que suspendió momentáneamente las negociaciones del banco OTP, el mayor del país, cuando perdía más del 10%, mientras que el florín húngaro se depreciaba en un 2% y llegaba al mínimo en un año frente al euro.