Tras el asesinato de una joven empleada en un estanco, el conservador Victor Orbán habló de la posibilidad de instaurar la pena de muerte en su país, «Creo que Hungría debería mantener la pena de muerte en su agenda. Hay que dejar claro a los delincuentes que Hungría utilizará todos los medios que tenga para proteger a sus ciudadanos».
Hungría abolió la pena de muerte en 1990, antes de entrar a formar de la Unión Europea en 2004, cuya Carta de Derechos Funtamentales la prohíbe. Aunque en 2002, Orbán tuvo la misma tentación. Lo hace cuando el partido de extrema derecha Jobbik le pisa los talones, como en este caso.
Las últimas encuestan otorgan al partido opositor un18 % de intención de voto, mientras que la formación conservadora de Orbán, FIDESZ, ha caído en los últimos seis meses hasta el 21 %, perdiendo más de 20 puntos.
Las reacciones en Bruselas no se han hecho esperar. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha dicho que habrá una «lucha» si Orbán persiste en esa idea y le ha recordado que los países miembros de la UE no pueden aplicar la pena de muerte.
Por su parte el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, dijo que hablaría con el primer ministro húngaro sobre la cuestión.
En respuesta el jefe de Gabinete de Orbán, Janos Lazar, ha explicado en rueda de prensa que no se trata de «introducir la pena de muerte», sino que «hay un debate. Un debate no es un plan», ha dicho. Ha añadido que Orbán ya ha informado al presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, y a la cúpula del Partido Popular Europeo de que «Hungría respetará las leyes de la Unión Europea».
Es uno más de los desencuentros del primer ministro húngaro con la UE, desde que llegó al poder en 2010 con una mayoría absoluta que le ha permitido adoptar una nueva Constitución en solitario y numerosas leyes que la UE cree que han servido para limitar la separación de poderes y algunos derechos como la libertad de prensa.
Orbán también es favorable a utilizar al ejército para luchar contra la inmigración ilegal y este mes enviará por carta a todos los húngaros un «sondeo popular» en el que se les pregunta, entre otras cosas , sobre la posibilidad de crear campos de trabajo para inmigrantes sin papeles.