«Los muros van a desmoronarse. Será en días, semanas o meses». El secretario de Estado húngaro de Medio Ambiente, Zoltán Illés, no tiene dudas a la vista de las enormes grietas que presenta una de las balsas que contiene residuos tóxicos de la fábrica de aluminio. La estrategia pasa ahora por controlar la nueva riada tóxica.
Este lunes podría completarse la construcción de un muro de 600 metros de largo, compuesto de 40.000 toneladas de rocas y tierra, que permita contener el segundo vertido de lodos contaminantes.
El mal menor es que esos residuos son más densos que los que se vertieron hace una semana y no avanzarían a la velocidad que lo hicieron aquellos. Sin embargo, sería un volumen de barro rojo mucho mayor, unos 2,5 millones de metros cúbicos. Además la rotura de la presa podría provocar el hundimiento de otra contigua que contiene también sustancias tóxicas pero en estado líquido. El gobierno húngaro confía en tener tiempo suficiente para, si se produce, poder desviar la riada tóxica por un canal hasta otra balsa que se construiría posteriormente.
Con esas previsiones, la ciudad de Kolontar fue evacuada el sábado, aunque algunos de sus vecinos han vuelto a sus casas. Entre tanto, cientos de obreros y voluntarios trabajan en la descontaminación de la zona. La falta de lluvias estos días ha provocado un polvo tóxico irritante que obliga a la población y a los expertos a usar mascarillas.
Ayuda de la UE
Este lunes se unirán a los trabajos de descontaminación los cinco expertos que el gobierno húngaro solicitó a la UE, al activar el Mecanismo de Protección Civil europeo. Los expertos seleccionados son de Francia, Bélgica, Suecia, Austria y Alemania. Un oficial de enlace de la Comisión europea los espera en la zona desde el sábado para coordinar sus actividades con las autoridades húngaras.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, dijo que había fondos en la Unión Europea previstos para estos casos pero, al parecer, Bruselas los ha negado porque el fondo de catástrofes está pensado para casos de fenómenos naturales y no los producidas por instalaciones industriales.
La compañía metalúrgica MAL, propietaria de la fábrica de aluminio, que negó al principio cualquier responsabilidad en el desastre, ha pedido oficialmente disculpas y ha asegurado que compensará por los daños causados. La ONG WWF ha denunciado que unas fotos tomadas en junio revelan ya que había filtraciones en la balsa.