La nueva constitución, que entrará en vigor el 1 de enero de 2012, recibió solo el apoyo del partido gubernamental, la ultraderecha votó en contra, mientras que socialistas y verdes se ausentaron de la votación en señal de protesta. En total, 262 votos a favor y 44 en contra.
Las críticas al texto llegan desde varios frentes. La primera, que reduce las competencias del Tribunal Constitucional con limitaciones que solo se retirarán cuando la deuda pública se sitúe por debajo del 50% del PIB, cuando ahora está en el 80%; y amplía la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar medidas sobre pensiones e impuestos, lo que permitirá mantener las reformas aprobadas por el Fidesz.
En el preámbulo hace referencia a Dios y al cristianismo y abre la puerta a una posible prohibición del aborto cuando dice que «la vida del feto debe protegerse a partir del momento de la concepción».
Hay referencias a la nación étnica e incluye como ciudadanos húngaros a las importantes minorías húngaras que viven en los países limítrofes, lo cual ha levantado suspicacias en Eslovenia, Rumania y Serbia.
En Hungría, los detractores de la nueva Carta Magna se han manifestado contra lo que definen como un golpe contra los derechos y libertades. El gobierno defiende que el texto completa las reformas para poner fin a la era comunista.
Desde fuera, las dudas han llegado por diferentes frentes. Desde la Comisión Venecia del Consejo de Europa, que desde 1990 asesora sobre las constituciones de la Europa del Este, al gobierno alemán. Su secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Werner Hoyer, ha dicho claramente que esta constitución«se conjuga difícilmente con los valores de la Unión Europea».
La Comisión Europea no ha querido pronunciarse, pero varios grupos de la Eurocámara se lo han exigido. Según el liberal Guy Verhofstadt, «la Comisión tiene el deber de actuar en caso de cualquier incompatibilidad entre la legislación nacional y los valores del Tratado».
La copresidenta de los Verdes, Rebeca Harms ha dicho que es «inaceptable que la UE haga como si no pasara nada frente a una negación evidente de los valores fundamentales».
Hungría suma así una nueva polémica durante su presidencia rotatoria de la Unión que ejerce en este primer semestre de 2011, después de que tuvo que reformar la ley de medios de comunicación, a petición de Bruselas, porque no respetaba los derechos y libertades fundamentales de la Unión.