Más de 500 personas han llegado a la isla italiana de Lampedusa, procedentes de Libia. Viajaban a bordo de 3 barcazas, pero la guardia costera ha detectado tres más, que se dirigen hacia el puerto. Una de ellas, con problemas en el timón, ha tenido que recibir ayuda de un buque militar. En total, podrían llegar más de mil inmigrantes a Lampedusa.
A punto de cumplirse dos meses desde el inicio de los ataques de la OTAN, que se activaron para obligar a Gadafi a respetar los derechos humanos, unas 800.000 personas han huido de Libia. La mayoría de ellos están refugiados en Túnez y Egipto. Pero lo peor está en el Mediterráneo.
Desde enero, unas 12.000 personas han llegado a las costas de Italia y Malta, pagando unos 800 dólares por una travesia inhumana. Sin comida, muchos han de beber agua salada o su propia orina. Otros no tienen tanta suerte. Se calcula que uno de cada diez, unos 1.200, han muerto en el mar.
A principios de marzo Gadafi retó a los países europeos diciendo que si su país era atacado, dejaría de ser una barrera para la inmigración subsahariana y eso supondría que millones de «negros» podrían llegar a Francia e Italia. La ONU, que ha felicitado a los guardacostas italianos, cree que el éxodo no acabará mientras continúe la guerra civil y ha pedido a la UE que aumente sus esfuerzos para rescatarlos en alta mar.
Amnistía Internacional ha recordado que mientras los países europeos defienden los derechos de estas personas en Libia, les ponen trabas cuando llegan a su territorio.
«La respuesta de Europa ha consistido en un control restrictivo de la inmigración que deja a las personas que tratan de emigrar expuestas a violaciones de derechos humanos» ha dicho Eva Suárez-Llanos, directora adjunta de AI en España.
Amnistía denuncia que, el año pasado en toda Europa, solo 5.000 personas lograron protección como refugiados.
«No debe usarse en ningún caso la detención sistemática como una herramienta del control de la inmigración y esta parece haber sido la respuesta mayoritaria de los países europeos, que al mismo tiempo, en muchos casos han exacerbado un clima de xenofobia y de intolerancia relacionando de manera infundada la condición de emigrante con la condición de delincuente» ha denunciado la directora adjunta de AI en España.
Esta organización teme que la represión de algunos gobiernos acabe con el impulso histórico que han dado a los derechos humanos las revueltas arábes. En su informe anual, Amnistía critica también a Europa por no proteger a los ciudadanos que huyen de los conflictos en estos países. Su director en España, Esteban Beltrán, ha dicho que «desde el final de la guerra fría en 1989 no ha habido nunca una oportunidad, como hay ahora, de una auténtica revolución en derechos humanos».
La ONU cree que en Siria podrían haber muerto hasta 850 personas desde que comenzaron las revueltas y también habla de miles de detenidos. Pero la contundencia de la represión militar no ha impedido que los sirios hayan vuelto a manifestarse en varias ciudades contra el presidente Asad.
Según Amnistía Internacional, la situación en Siria y en otros países árabes está pendiente de un hilo.
«Esta revolución, este cambio fundamental, en varias partes del mundo, está amenazado y puede, al final, llevar a algo positivo. A un avance histórico o a un retroceso histórico», ha advertido Beltrán.