Francia ha optado por el cambio. El candidato socialista a la presidencia de la República, François Hollande ha ganado la segunda vuelta de las elecciones y ha superado a su rival, el actual presidente francés, Nicolás Sarkozy con un 52% de los votos, según los sondeos de las televisiones francesas.

Se han cumplido los pronósticos y aunque por una escasa mayoría, Hollande ha ganado, devuelve el poder a los socialistas 17 años después, y cumple así las expectativas de toda la izquierda europea, que confía en que su papel al frente de la segunda potencia de la UE arrastre hacia nuevas políticas con sus planteamientos, que dan un giro radical a las políticas de Sarkozy, en clave interna y europea.

Veinte minutos después de conocerse los datos provisionales, el candidato conservador y presidente, Nicolas Sarkozy, reconocía su derrota y felicitaba al ganador. "Deseo de todo corazón que Francia, nuestra patria, nos ayude a superar todas las dificultades. Tenemos que pensar en la grandeza de Francia y el bienestar de los franceses".

Hollande ha llegado al Elíseo por carambola política. Su puesto como candidato socialista estaba destinado al exdirector gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, obligado a dejar la política tras ser acusado de escándalo sexual. Antes, tuvo que enfrentarse a su compañera de partido Martine Aubry y, sin carisma ni programa, se convirtió en la gran esperanza del socialismo francés y europeo.

Es primer secretario del PSF desde 1997 y pasa por ser un hombre pragmático y se decía hasta ahora que «sin gancho». En la campaña, ha sacado rédito a esa imagen al señalar que aspiraba a ser «un presidente normal, pero no un presidente ordinario».