La situación se repite en diferentes escenarios. Un Samaras confiado y voluntarioso se pasea por Europa para prometer que, esta vez sí, Grecia va a cumplir y va a poner en marcha las reformas y privatizaciones prometidas a cambio del rescate europeo. Con Hollande, en París, se ha encontrado la misma respuesta que en Berlín, que demuestre «la credibilidad de su programa y la voluntad de sus líderes para seguirlo hasta el final, asegurando al mismo tiempo que es soportable para la población».
Esta última parte del mensaje es el matiz introducido por el presidente francés, más sensible a los sacrificios que viene haciendo la población griega desde el comienzo de la crisis con los sucesivos planes de ajuste. Los intentos, fracasados, por rebajar el déficit público en Grecia han llevado a un paro récord del 23%.
Samaras ha insistido en que Grecia conseguirá cumplir lo pactado con la UE, pero también ha manifestado su voluntad de guardar la cohesión social. «No es fácil», ha añadido el primer ministro griego.
En el Elíseo, se ha pospuesto también cualquier decisión sobre Grecia hasta mediados de septiembre, cuando los «hombres de negro» de la troika comunitaria (CE,BCE,FMI) emitan su informe sobre el cumplimiento de los acuerdos por parte de Atenas. Será entonces cuando Europa «haga lo que tenga que hacer».