François Hollande ha mandado un mensaje claro a Europa en su primer discurso como presidente francés. «Los principales objetivos son reducir el déficit y estimular la economía», ha dicho a las puertas del palacio del Elíseo. En clave interna ha transmitido un mensaje de confianza diciendo que Francia «superará las dificultades, elevándose y no doblegándose».
El nuevo presidente francés ha recibido, como marca la tradición, el collar de la Legión de Honor y ha hablado de justicia «no puede haber cada vez más sacrificios para unos y más privilegios para otros». Añadiendo que «hay que poner la producción antes que la especulación, la inversión de futuro antes que la satisfacción del presente, el empleo sostenible antes que el beneficio inmediato».
En política nacional ha hablado de dar oportunidades a la juventud, ha defendido la escuela pública y la transición energética y ecológica. «Creo en la democracia social, ha dicho, y se abrirán nuevos espacios de negociación a los interlocutores sociales». Y tal y como ha hecho durante la campaña electoral se ha desmarcado de su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy diciendo que «el poder se ejerce con dignidad, pero con sencillez, con gran ambición para nuestro país, pero con sobriedad en su comportamiento».
En la tradicional visita al ayuntamiento de París, ha tomado su primera decisión como mandatario y ha nombrado primer ministro al alcalde de Nantes, Jean-Marc Ayrault. En el hôtel de ville se ha reunido con el alcalde Bertrand Delanoë, que podría ser el próximo ministro de justicia. Esta tarde se entrevistará con la canciller alemana, Angela Merkel. Es el inicio de una apretada agenda para los próximos días.