Nada de mausoleos, grandes placas o llamativos recuerdos. Apenas una pequeña chapita, colocada en 2006, hace mención al lugar en el que se suicidó Adolf Hitler hace ahora 70 años. Corría el 30 de abril de 1945 y el Ejército Rojo abordaba la guarida del Führer, un búnker situado en una esquina de la calle Gertrud Kolmar, en el centro de Berlín. A pesar de lo poco llamativo del lugar, la efeméride de la muerte de una de las figuras clave del siglo XX siempre llega cargada de polémica.
Lo saben bien los vecinos de Braunau, una pequeña aldea de Austria en la que nació el dictador el 20 de abril de 1889. Poco tiempo pasó Hitler allí, pero su huella sigue presente. Hace unos días, decenas de antifascistas se manifestaron en este tranquilo municipio fronterizo con Baviera.
La casa de 800 metros, ahora vacía, está en manos del Gobierno austríaco, que paga un alquiler de unos 5.000 euros. Busca evitar que se convierta en centro de peregrinación nazi pero la polémica, de uno u otro bando, es una presencia habitual. A pesar del hartazgo de los vecinos. El Ejecutivo de Austria, de hecho, está barajando la posibilidad de comprar el edifico, que fue durante un tiempo centro de acogida para personas minusválidas; incluso no descarta expropiarlo.
Cerca de allí, en Múnich, está la residencia en la vivió durante mucho tiempo Hitler. Una 'patata caliente' que hizo que el Gobierno de este rico Land se hiciera cargo de 'su herencia', tras el encargo de las tropas de Estados Unidos. Hitler no dejó descendencia. Por este motivo, la administración bávara ha vigilado y cuidado Mein Kampf, cuyos derechos de autor posee.
Así es como se ha evitado la publicación de nuevas ediciones de este libro clave del nazismo, en el que Hitler explica su ideario ideológico, además de incluir notas autobiográficas. Hasta ahora. El panfleto, del que se han vendido unas 50 millones de copias en todo el mundo, no se ha vuelto a editar desde 1945, a pesar de que dejó de estar prohibido en 1979 y es posible encontrarlo en mercadillos de segunda mano o en internet.
Expiran los derechos de autor
Los 70 años de la muerte de Hitler coinciden con las siete décadas establecidas como límite para el copyright de los creadores. Incluido el Führer. A partir del 1 de enero del próximo año, su obra estará libre. Así que la polémica es doble. De momento, el Instituto de Historia Contemporánea (IfZ en sus siglas alemanas), con sede en Múnich, trabaja en una nueva edición comentada del texto. Quieren que sea un análisis académico e histórico, contextualizado, para evitar así que se puedan hacer dobles lecturas y segundas interpretaciones.
Partidos de izquierda y colectivos judíos se han posicionado claramente en contra. La comunidad académica, por su parte, parece inclinarse por dar la bienvenida al libro. «Me alegro de que el IfZ presente esta edición. Es decisiva. Mein Kampf tiene muy poco que ver con los gustos de la juventud. Y aquellos que han querido hacerlo, ya han tenido perfectamente la oportunidad», explica a euroXpress el historiador alemán Sönke Neitzel, quien defiende la utilidad del libro «para entender al primer Hitler, situando el texto en el contexto de la época. Eso sí, de una edición crítica tampoco se puede aprender nada aplicable a la actual situación de Europa».
Hace unos días, la figura de Hitler estuvo ligada de nuevo a la literatura. Un búnker berlinés acogió la presentación de dos libros sobre la figura líder del nazismo, el mismo que ordenó asesinar a millones de judíos. Son Hitlers Ende (El final de Hitler), escrito por Sven Felix Kellerhof, y Adolf Hitler. Bildbiografie (Adolf Hitler. Autobiografía en imágenes), de Armin Fuhrer. Los dos textos buscan explicar cómo fue posible el horror nazi a través de una redacción amena y sencilla, con datos concisos. También abordan los últimos días del dictador, los previos a su suicidio junto con Eva Braun, con quien se casó un día antes de morir. Ya han pasado 70 años de aquello.