La sala de la Fundación Juan March de Madrid acostumbra a organizar periódicamente pequeñas muestras con pocas obras de grandes creadores, lo que en el mundo del arte se conoce como «muestras de gabinete».
Estos días se puede visitar bajo el título «Tres escultores ingleses (1952-1982)», una exposición que reúne unas cuantas obras de tres de los escultores más importantes del siglo XX: Henry Moore (1898-1986), Barbara Hepworth (1903-1975) y Anthony Caro (1934-2013), quienes representan la renovación escultórica europea que se produjo en los años treinta del siglo XX siguiendo las propuestas que desde la década anterior venían señalando Pablo Picasso y Julio González.
Henry Moore, el más conocido de los tres artistas, fue uno de los grandes renovadores de la escultura europea, cuya obra influyó de manera decisiva en la evolución del género. Amiga y discípula de Henry Moore (de quien adoptó sus formas redondeadas y sinuosas y la utilización de huecos y vacíos), también Barbara Hepworth aportó grandes innovaciones a la escultura británica y europea con su evolución hacia la abstracción desde un primitivismo figurativo. Por último, Anthony Caro, también discípulo de Moore), aportó con sus ensamblajes una nueva dimensión que dotó de nuevos lenguajes a la escultura británica contemporánea.
Obras representativas
Aquí se pueden ver esculturas de Henry Moore acompañadas de grabados que reproducen uno de los temas recurrentes del artista británico: la figura reclinada de una madre y su hijo, un tema obsesivo que, dentro de su temática de figuras femeninas y grupos familiares, adquiere en «Mother and child» (1953) connotaciones íntimas. Desde su interés por la escultura arcaica y primitiva, Moore evolucionó primero hacia un cubismo y más tarde hacia una escultura de líneas onduladas y sinuosas sobre las que a partir de 1933 da entrada a cavidades y huecos que combina magistralmente con la masa escultórica.
Junto a esta obra se expone el gigantesco cráneo calcificado de un elefante que su amigo el biólogo Sir Julian Huxley regaló al escultor en 1966. No se trata, ciertamente, de una escultura de Moore pero se puede ver como una sorprendente manifestación escultórica de la naturaleza. Sobre este material, Henry Moore realizó una larga serie de inquietantes aguafuertes que acompañan en esta exposición el cráneo del animal.
La conexión con la naturaleza es el tema de la obra de Barbara Hepworth «Figure in a Landscape. Zennor» (Figura en un paisaje), de 1952, inspirada en Zennor, la localidad inglesa de Cornwall donde la artista vivió largos años. La utilización del vacío en su obra se inscribe en la estela de Henry Moore, a quien conoció en la escuela de Leeds y con quien mantuvo una estrecha amistad. En su obra también influyó Brancusi, a quien conoció en su estudio de París en 1932 y de quien tomó la textura y la forma de algunas de sus esculturas.
De Anthony Caro se pueden ver aquí dos obras, una de los años setenta y otra de 1983, pertenecientes a una misma serie, «Table pieces» (Piezas de mesa), que tiene como referente la mesa como soporte. Junto a la utilización del ensamblaje como medio de construcción, Caro ha utilizado aquí el acero, desnudo y desprovisto de color, permitiendo así que su oxidación se manifieste como elemento cromático protagonista. Esta serie antecede al estilo que comenzó a experimentar tras su viaje a Estados Unidos, en el que utiliza materiales industriales pintados de colores brillantes. Caro fue uno de os primeros en situar sus esculturas en el suelo para involucrar al espectador en el espacio de la exposición.