La enfermedad que Arruda denomina «normosis» y que nos conduce a verlo todo normal en tiempos de crisis de valores es un factor decisivo en la preservación de un sistema nocivo y destructor. Todos los mecanismos que representan la economía actual se caracterizan por un profundo egoísmo y una inmediatez asoladora. La cooperación, por ejemplo, es esencialmente utilitaria y sirve para someter y absorber a los débiles.
Marcos Arruda no cree en la naturaleza competitiva del ser humano y lo ha patentado en su previa investigación. Este pensamiento es, según él, el resultado de un adoctrinamiento ortodoxo capitalista que necesita dividir para reproducirse. El Hombre se caracteriza por su necesidad de crear lazos, de comunicar, reír, buscar la concordia y ser feliz, entonces, ¿por qué persistimos en una dirección equivocada? A esta pregunta el economista brasileño tiene una respuesta clara: «Para cambiar al ser humano hay que cambiar la economía.»
La Globalización como tarea y la economía como arte
Frente a todos los discursos anti-globalizadores, el mensaje de Marcos Arruda destaca por su realismo y esperanza. La globalización es un hecho que no puede detenerse. Todo el planeta ha sido absorbido por ese fenómeno imparable. Por este motivo, es necesario ver la globalización como una tarea para construir un mundo armónico. «La globalización en sí es un salto histórico y se puede aprovechar de ello para entender que somos una unidad. Estamos todos interconectados». Esta interconexión que defiende Arruda con fervor es uno de los principales fundamentos de la economía solidaria. En ella se inscribe también la conciencia de preservar nuestro entorno y de buscar nuevas vías de desarrollo.
Más que una simple ciencia, Marcos Arruda invita a replantear el concepto de la economía global y enfocarse en su aspecto humano. «Hay que ver la economía como arte de crear las condiciones para vivir en armonía», explica el autor. De la misma forma, Arruda propone que el desarrollo sea considerado como el arte de florecer, avivar y multiplicar el potencial que cargamos cada uno dentro. «Aquí nadie desarrolla a nadie y nadie explota a nadie». Éste es un principio importante de la filosofía solidaria que defiende Marcos Arruda pero para conseguirlo en la práctica, insiste el autor, es preciso cambiar radicalmente de paradigma y poner al centro el ser humano.
Una crisis mortal
«La crisis que conoce el mundo entero es mortal», así de contundente se ha pronunciado Arruda y ha querido resaltar lo que tiene que cambiar. Primero y antes de todo, la crisis ha revelado que la economía se sostiene exclusivamente gracias a la especulación financiera y que «cuando se acaba la confianza, todo cae». También ha criticado la irracionalidad de unos Estados que hasta un cierto momento defendían la libre empresa y que, de repente, se han convertido en los salvadores de los banqueros (y no de la economía, recalca él). Por otro lado, es fundamental acentuar la grave crisis ambiental que conlleva la actual crisis económica. «Las previsiones de calentamiento se han incrementado y, ahora, estamos ante un amenaza global». Por fin, cabe destacar la concentración criticable de ingresos que caracteriza el sistema actual. «La fortuna de las 3 mayores fortunas suma más que el PIB de 50 países africanos», ha expresado Marcos Arruda.
Así pues, ante estos graves dilemas, el autor brasileño insiste en la necesidad de reconquistar la dignidad del trabajo. «Se puede plantear otro modo de producir y consumir», manifiesta Arruda y añade con la esperanza y voluntad que le caracterizan: «Hicimos esta economía, podemos hacer otra. ¿Verdad?.» Johari Gautier Carmona para euroXpress