La mayoría de ellas no se «ven». La prostitución callejera, de hecho, disminuye. Pero eso se debe solo a que estos «servicios» están disponibles cada vez más a través de Internet.
«Me preocupa cuando escucho que la gente habla sobre prostitución de menores», dice Myria Vassiliadou, coordinadora de la lucha contra la trata de personas de la Comisión de Asuntos Internos de la Unión Europea (UE). «Cuando se habla de niñas y niños cuyos cuerpos se usan para servicios sexuales, se trata de una actividad ilegal», precisa.
Según estadísticas de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, basadas exclusivamente en presuntas víctimas identificadas de trata, en 2010 se registraron 9.528 casos en los Estados miembros del bloque. De las víctimas, el 66 por ciento fueron utilizadas para explotación sexual y, de estas últimas, el 12 por ciento eran niñas y el tres por ciento varones menores de 18 años.
Las cifras oficiales no llegan a describir la verdadera situación. En Italia, entre 9.000 y 11.000 niños y niñas son víctimas de explotación sexual cada año, según estimaciones de la organización italiana End Child Prostitution, Pornography and Trafficking (Fin a la explotación de niños y adolescentes en pornografía, prostitución y trata: Ecpat, por sus siglas en inglés).http://www.ecpat.it/index.php?option=com_content&view=article&id=5&Itemid=54#.UdvFgPLhnLw
«En Italia, la prostitución al aire libre en la que solemos pensar involucra principalmente a adolescentes inmigrantes», dice la coordinadora italiana de Ecpat, Yasmin Abo Loha.
Los principales países de origen son estados de Europa del este, seguido de un flujo constante de Nigeria, y ahora de Asia, en especial de China.
«Las víctimas obligadas a prostituirse en nuestras calles, por lo general, son muchachas mayores», señala Loha. «También estimamos que entre el 15 y el 20 por ciento son varones, aunque es difícil precisar, en especial, la proporción de prostitución masculina, que es más difícil de interceptar», explica.
También hay un mito que disipar, indica Vassiliadou. «Solemos decir que la trata es algo que afecta a las poblaciones migrantes, pero el 61 por ciento de las víctimas que conocemos son ciudadanas de la UE», observa.
En lo que respecta a los menores italianos, el ámbito principal para realizar los contactos es Internet. En la mayoría de los casos, el fenómeno no puede definirse como prostitución, pues el contacto puede no derivar en relaciones sexuales, pero puede involucrar pornografía y más.
Las nuevas formas varían bastante, «desde adolescentes que simulan mantener relaciones sexuales entre sí y luego venden las imágenes», indica Loha, «hasta un striptease paso a paso frente a la cámara web, en cuyo caso el precio comienza en 15 euros (unos 19 dólares) por mostrar un seno y puede subir hasta 50». En esos casos, el pago puede ser en especies recargas de teléfonos y otras formas de regalos directos.
La prostitución en sentido estricto suele darse en el entorno de clubes de menores, en los que los adolescentes mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero. «Si lo comparamos con las formas estándares de prostitución, a la que se fuerza a los menores, los adolescentes italianos parecen inducidos por cierto mensaje y cambio cultural en curso», explica Loha.
«En la actualidad, vender su sexualidad es una forma de obtener algo de inmediato, ya sea un escaño parlamentario o el último teléfono o diseño de ropa», añade.
Los muchos peligros de la explotación sexual se esconden detrás de la publicidad en torno al escándalo protagonizado por Berlusconi. «Como sea que se presente el caso, una persona menor de 18 años explotada sexualmente es una víctima», afirma terminante Vassiliadou. «Existe una ley contra eso y no creo que tengamos que debatir al respecto».
El hecho de que Karima el-Mahroug (la adolescente marroquí con la que se supone que Berlusconi mantuvo relaciones sexuales) tuviera 17 años, y que pareciera mayor, abrió un vívido debate sobre si era, o no, consciente y responsable de sus actos.
En vez de preocupación, el asunto degeneró en un chismerío, observa Loha.
«Solemos escuchar comentarios, incluso de profesionales de nuestra área, que piensan que adolescentes de 17 años son grandes y pueden hacer lo que quieran. El hecho es que la ley señala lo contrario y en tanto que tal debe aplicarse», asegura.
El debate, en cambio, debe concentrarse sobre las formas de poner fin a la explotación sexual y a la trata de personas, subraya Vassiliadou. «Porque el hecho de que las víctimas estén ahí, significa que hay alguien dispuesto a comprar sus servicios», añade.
Los esfuerzos para combatir este flagelo deben incluir capacitación, campañas, acciones dirigidas a fiscales y víctimas, a través de los medios. Pero el problema es que hasta ahora no hay un modelo exitoso que aplicar, explica Vassiliadou.
«No tenemos ningún ejemplo, en ningún lugar de Europa. Mientras no se tenga una respuesta, es necesario hacer más preguntas y presionar más».