Pero la OMA señala que, incluso, los números oficiales no reflejan la realidad, porque la cantidad de denuncias ha disminuido desde que la crisis económica y financiera global que impacta en el país reduce las quejas.
En un estudio referente a la última década se indica que las mujeres presentaron el 89,8 por ciento de las 76.582 denuncias recibidas por la Asociación Portuguesa de Apoyo a las Víctimas de agresiones de género. Los autores del delito son en su mayoría hombres de diversas edades.
Con estas cifras como un siniestro telón de fondo, se lanzó el domingo 25 en este país una campaña cuyo símbolo gráfico es el de mujeres vestidas de novia, con un ramo de flores y luciendo un anillo
matrimonial, acompañada de la frase «Hasta que la muerte nos separe», que refleja el número cada vez mayor de mujeres víctimas de la violencia familiar.
En el contexto general de la UE, la violencia contra las mujeres sigue siendo una práctica «generalizada, mal comunicada y oculta» y «las víctimas no reciben apoyo suficiente», sentencia el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), con sede en Vilna.
Nueve de cada 10 víctimas son mujeres, producto de la violencia del compañero íntimo de la convivencia, y al menos una de cada cinco de ellas ha sido violada durante su vida, con una tasa de condenas baja en comparación con el número de casos registrados y, al mismo tiempo, «las sanciones rara vez actúan como impedimentos», denuncia la EIGE.
Las inclemencias del tiempo no impidieron a Brasil rendir un homenaje a las mujeres víctimas en la plaza ubicada frente a la emblemática maternidad Alfredo da Costa, en el centro cívico de Lisboa, donde nos concedió una entrevista.
¿Cómo se sitúa Portugal en este lamentable contexto europeo?
Elisabete Brasil.- La violencia doméstica es algo que atraviesa el mundo. En cuanto a la tasa de homicidios, la situación es bastante preocupante. En proporción a la población (10,6 millones de
portugueses), tenemos el mayor índice de muertes de toda la UE. En lo referente a violencia doméstica en general, estamos en la media.
En Portugal es necesario entender la cultura en la que estamos insertos, que indica que serán necesarias medidas políticas y sociales más específicas, con una legislación que proteja mejor a las
víctimas, criminalizando a los agresores, eso podría reducir la violencia doméstica.
Este es un objetivo no solo en Portugal, sino que lo deseamos para Europa y el resto del mundo. Pero estamos lejos de alcanzar lo que nosotras entendemos como deseable.
Sin embargo, existen situaciones todavía peores, por ejemplo en América Latina
EB.- En América Latina hay más casos de homicidios de mujeres perpetrados por su pareja que en Europa y en Portugal en particular, pero hay que considerar que es un contexto político y social muy diferente.
El hecho de que nosotros ocupemos el primer lugar en homicidios de mujeres por violencia doméstica nos indica que algo está fallando.
¿Se refiere en especial a la justicia portuguesa?
EB.- Existe una legislación que no trasmite lo que prevé. La violencia doméstica está tipificada como un crimen público, pero en nuestros tribunales tenemos todavía una cultura de aceptación tácita de situaciones de violencia.
Es una cultura patriarcal tolerante con la violencia doméstica, que deduce que «estos son problemas entre marido y mujer, pero mañana todo pasará».
En la práctica no es así. Cada año, registramos unas 20.000 situaciones de violencia doméstica denunciadas. Pero en términos de penalizaciones, el promedio es poco más que 300 anuales.
Hay una gran desproporción entre el número de mujeres víctimas y la condena efectiva a las personas que cometen algo que está tipificado como crimen en nuestra legislación.
Desde 2009, Portugal tiene un sistema de vigilancia electrónica, pero el número de pulseras no llega a 150.
¿Cómo piensan afrontar este colosal desafío?
EB.- Hay mucho trabajo por delante para lograr una cultura que permita cambiar las mentalidades. Los magistrados forman parte de la comunidad, por lo que en sus veredictos van reproduciendo esta mentalidad. Tenemos que invertir ese pensamiento de los jueces que dicen que no es posible aplicar una pena porque no hay pruebas suficientes. Debería haber tribunales especializados, con magistrados con formación específica en esta área.
¿Esta campaña que lanzan ahora forma parte de una estrategia?
EB.- La verdad es que esto que estamos haciendo no es el lanzamiento de una campaña, sino la conclusión de un trabajo. Es el intento de cambiar una mentalidad, un trabajo que todos los años recomienza, pidiendo datos oficiales de la violencia doméstica en las familias y en la intimidad.
Muchas veces leemos en un diario que una mujer fue asesinada, pero no existen datos oficiales. Por eso, hemos decidido darle visibilidad, instando al Estado a proporcionar toda la información que tenga.
Ahora se vislumbran también algunas acciones coordinadas con organismos oficiales
EB.- Tanto el gobierno como otros organismos oficiales entendieron que todas las acciones contra la violencia doméstica deben ser reforzadas en conjunto. Hay un común denominador que es el de lograr la reducción y eliminación de la violencia de género. Por eso participamos también en las campañas que lanza el Estado para el combate contra este flagelo.
Cada 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) y los 10 de diciembre, cuando se celebra el Día de los Derechos Humanos, damos a conocer nuevos datos, que los organismos oficiales proporcionan. Son acciones dirigidas a todos, pero especialmente a los hombres.