Es uno de los intelectuales más respetados de Europa, conocido amante de la música clásica, con debilidad por Mozart y por Franz Schubert hasta el punto de asegurar que Don Giovanni le cambió la vida para siempre. Todo tuvo que ver con el amor y con la manera tan diferente con la que concibió Haneke la ópera de Mozart cuando tuvo la oportunidad de ser su Director de Escena en la ópera de París en 2006. Haneke, detractor confeso del concepto de amor romántico, oscureció al Don Juan y el «dramma giocoso» de Mozart se reveló con todas las aristas de la insatisfacción, el deseo y la perversión del hombre.
No es casual que seis años después, «Amour», el amor o su particular visión de él, le hayan puesto en bandeja el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa.
Michael Haneke nació en Múnich (Austria) en 1942. Su padre, alemán, era director de cine y su madre, austriaca, era actriz. No vivían juntos y el niño Haneke se crió con su madre y su padrastro. El cine y el amor demediado entraron pronto en su universo.
Estudió Filosofía, Drama y Psicología y trabajó desde muy joven escribiendo crítica de cine y colaborando en guiones de televisión. Debutó en el cine en 1989 con «El séptimo Continente», la narración sin emociones de la vida de una familia burguesa austriaca que tras la monotonía, las rutinas y la comodidad material – representada por la perenne pantalla de televisión - esconde una suerte de traumas y micro agresiones que hacen de la película un poema visual como preludio de la muerte del Hombre.
La violencia y los medios de comunicación, dos de los temas recurrentes en el cine de Haneke, aparecen también en su segunda cinta, «El video de Benny», con escenas explícitas y repetitivas de muertes de animales, película que colocaría el nombre del director en la lista de promesas de la cinematografía europea.
En 1997, ahonda en los fantasmas de la sociedad burguesa y presenta la perversión gratuita de «Funny Games» pero sería en 2001 cuando crece definitivamente de promesa a director consagrado en un sólo paso gracias a «La Pianista», posiblemente su película más valorada por la crítica, ganadora del Premio Especial del Jurado de Cannes.
«La Pianista» consiguió dar la vuelta a estómagos y conciencias con la adaptación al cine de la novela homónima de la escritora Elfride Jelinek, la historia de Erika, profesora de piano con una sexualidad violenta y constreñida por la disciplina, que decide aniquilar de forma literal sus propios sentimientos.
Con sus personajes heridos y llenos de fantasmas, con estas realidades que existen pero preferimos no ver, Haneke ha ganado tres veces los Premios de la Academia de Cine Europeo a mejor director y mejor película.
En la filmografía del director austriaco, 13 películas en total, también destacan «Caché» (2005, Premio al Mejor Director y Mejor Película en el Festival de Cannes y Premio al mejor Director por la Academia del cine Europeo), el remake de «Funny Games» que hizo para el mercado americano en 2007, «La Cinta Blanca» (Palma de Oro en Cannes y Globo de Oro a la Mejor película extranjera) y, la última, «Amour», estrenada en 2012 y ganadora no sólo de un Oscar, sino de la Palma de Oro de Cannes y otro globo de Oro.
Su obra, un estudio psico-sociológico sobre la brutalidad y el dolor propio y ajeno, destaca más al comprobar que es un hombre que asegura odiar el cine explícitamente violento pero sin fondo, una experiencia brutal pero efímera, pues lo que él hace es contar cosas reales y, el mal, ha asegurado en numerosas entrevistas, es real, todos lo conocemos y sabemos cuándo lo ejercemos.
Haneke es casi un director de documental capaz de acercarnos, como ha hecho con «Amour», a la realidad diaria de una persona devastada por la enfermedad. «Yo hago películas que conciernen al espectador - aseguraba el director a un periódico español durante la preparación de su montaje para la ópera 'Cossi fan tutte' en el Teatro Real -. Si no, me parecería una pérdida de tiempo».
El jurado, que barajaba nombres como el del bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta, el artista americano Bruce Nauman, el compositor estonio Arvö Part o la artista serbia Marina Abramovic, ha destacado a Haneke como «una referencia esencial del cine de nuestro tiempo».
El Premio de las Artes, el primero de los ocho que concede cada año la Fundación Príncipe de Asturias, está destinado a destacar personas o instituciones que en el campo de las artes (cine, teatro, danza, música, arquitectura, pintura, escultura, fotografía,...) hayan realizado una «aportación relevante al patrimonio cultural de la humanidad».
El premio -dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros, un diploma y una insignia- se entregará en octubre en la tradicional ceremonia en el Teatro Campoamor de Oviedo, presidida por el príncipe Felipe.