Vimos cómo crecía y culminaba el impulso político en diciembre de 2012 con la aprobación por consenso en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la resolución 67/146, que prohíbe la mutilación genital femenina en todo el mundo.
En esa ocasión, todos los estados miembros de la ONU enviaron un fuerte mensaje político sobre el compromiso asumido. La resolución insta a los estados miembros a garantizar la aplicación efectiva de los instrumentos internacionales y regionales que protegen los derechos de las mujeres y a adoptar todas las medidas necesarias para prohibir la mutilación genital femenina.
La resolución fue un importante paso adelante. Ahora la responsabilidad de asegurar su aplicación efectiva es nuestra. El reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) nos recuerda que, a pesar de los esfuerzos para acabar con la mutilación genital femenina, la práctica persiste.
Por esta razón, durante la Asamblea General de este año se organizó un evento paralelo, junto con Burkina Faso, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y Unicef, para compartir las contribuciones específicas que los gobiernos y las instituciones internacionales han realizado junto a los compromisos asumidos con la adopción de la resolución.
La mutilación genital es apenas una de las múltiples formas de violencia que las mujeres siguen sufriendo en todo el mundo. Solo por mencionar el ejemplo de mi propio país, más de 100 mujeres fueron asesinadas en Italia este año, sobre todo en el contexto de la violencia doméstica.
Para invertir esta tendencia terrible, incrementamos la acción del gobierno contra los delitos que victimizan a las mujeres. También siento mucho orgullo de que Italia fuera el quinto estado miembro del Consejo Europeo en ratificar el Convenio de Estambul para prevenir y combatir la violencia sexual y doméstica.
Lo mismo ocurrió con la ratificación del Tratado de Comercio de Armas, que introduce los principios y criterios para supervisar el movimiento de las armas y para luchar contra su tráfico ilegal. Estos acuerdos contienen una disposición explícita sobre la violencia basada en el género.
Las mujeres son las primeras víctimas de ese tráfico. Esto también va en la dirección de un cambio general de la cultura que nos lleva hacia un enfoque de género equilibrado en los procesos de construcción de la paz.
La violencia de género también fue el denominador común de la discusión sostenida durante la reunión de alto nivel de la Asamblea General en septiembre pasado sobre la Equal Futures Partnership (Asociación de Futuros Igualitarios), iniciativa presentada por la ex secretaria de Estado estadounidense, Hillary Rodham Clinton, a la que Italia acaba de unirse.
Esta es una asociación que vincula a las naciones con un compromiso firme para cerrar la brecha de género y con el intercambio de experiencias para que las prácticas locales se repliquen en todo el mundo.
Una forma menos evidente, pero sin embargo perjudicial de la violencia contra las mujeres es la práctica de los matrimonios precoces y forzosos. Debemos aprovechar cada oportunidad para recordar la importancia de la erradicación de esta práctica en el lapso de una generación, y acelerar el cambio en la cultura y las tradiciones a través de una campaña vibrante y constante.
Por este motivo también llamamos a la inclusión de este objetivo en la agenda de desarrollo posterior a 2015.
Un paso muy alentador fue la aprobación el mes pasado por la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU de una resolución destinada a lograr la prohibición, dentro de los próximos 12 meses, de los matrimonios precoces y forzosos. Esta resolución, auspiciada por Italia y nueve países más, la patrocinaron 109 países y fue aprobada por consenso.
La violencia contra las mujeres también abarca el tráfico y la esclavitud. Este es un tema particularmente doloroso para mí. Es muy triste y frustrante sentirse impotente cuando cientos de migrantes, mujeres y hombres, niños y niñas, mueren trágicamente en las costas de Lampedusa (Sicilia). Por esta razón insistimos en un esfuerzo común europeo en el marco del grupo de trabajo del Mediterráneo dirigido por la Comisión Europea para luchar contra el tráfico de personas.
Esto me lleva a hablar de la situación de las mujeres en nuestros países vecinos del sur del Mediterráneo. En algunos de estos países la promoción de los derechos de las mujeres tiene una larga tradición.
En otros casos, las cuestiones de género fueron promovidas por los regímenes autocráticos que fueron derribados por la Primavera Árabe, ya que aquellas les resultaron útiles para mostrarles a sus aliados de Occidente un rostro moderno mientras seguían violando otros derechos humanos.
Cualesquiera que sean las razones para su auspicio en el pasado, debemos continuar la vigilancia para evitar cualquier contratiempo, como los intentos de deslegitimar el Código del Estatuto Personal (adoptado en 1956) en Túnez o de aplicar mal la ley que impone sanciones a la mutilación femenina en Egipto.
Por esta razón, debemos redoblar los esfuerzos en iniciativas como la llevada a cabo por la Unión Europea y la ONU, «Spring Forward for Women» (La primavera avanza para las mujeres), que incluye medidas para garantizar el acceso efectivo de las mujeres a las oportunidades económicas y políticas de la región sur del Mediterráneo.
En el lado italiano, también me gustaría mencionar una iniciativa que presentamos con éxito en febrero y que vamos a repetir en 2014, la Escuela de Mujeres en Diplomacia. La misma tiene como objetivo darles a las mujeres las herramientas específicas para su empoderamiento como líderes. Está abierta a la participación de las mujeres jóvenes de nuestros países vecinos del Mediterráneo.
La Escuela de Mujeres en Diplomacia integra un proyecto más amplio que Italia puso en marcha para la Exposición de Milán 2015, la iniciativa Mujeres y Expo.
Nuestro ambicioso objetivo es hacer de la Expo 2015 en Milán la primera exposición de género de la historia con la esperanza de que sirva de ejemplo para futuras ediciones.