Hans Hillebrand tiene 78 años, ama la ópera, leer y cuidar sus flores, pero no quiere dejar nada al azar. Este holandés vive en una pequeña localidad cerca de la frontera alemana «si llega el momento no quiero vivir en una prisión como una larva en un hospital o en una casa de reposo», dice. «Cuando me llegue la hora, dentro de cinco, diez o veinte años, quiero dirigir mi escena final». Por eso ha comprado barbitúricos, los ha conseguido ilegalmente aunque asegura «que no es difícil». Él va más allá de lo que permite la ley holandesa, que sólo autoriza la eutanasia en los casos en que el sufrimiento sea insoportable o el paciente sufra una enfermedad incurable. En Holanda cada vez hay más voces que reivindican el derecho a una ayuda para «partir de forma digna una vez que se ha completado la vida». La iniciativa ciudadana «Vida Cumplida» hace un llamamiento para incluir ese derecho en la ley. De momento han recogido 117.000 firmas, aunque sólo son necesarias 40.000 para que una propuesta ciudadana se debata en el parlamento.
Sin llegar a los extremos de esta asociación ni a la leyes holandesas, muchos países europeos estudian como recoger la eutanasia en sus legislaciones. En Holanda el 1 de abril de 2002 se aprobó la eutanasia activa directa mediante la administración de medicamentos que provocan la muerte. Se autoriza después de que el paciente lo haya solicitado con plenas facultades mentales y siempre es necesaria la opinión de un segundo facultativo.
Unos meses más tarde, en septiembre de 2002, Bélgica legalizó parcialmente el «suicidio asistido». Para poder acogerse a esa ley el paciente debe de ser mayor de edad, «capaz y consciente» y tomar la decisión «voluntariamente, y de forma reflexiva y respetuosa». El otro país europeo que ha aprobado la eutanasia es Luxemburgo, aunque presenta más condicionantes que sus vecinos. También está prohibida a los menores y se permite en casos de una situación médica extrema.
En el lado contrario se encuentran Italia, Bosnia, Croacia, Serbia, Grecia, Rumania, Polonia e Irlanda. En todos ellos está prohibida y no se prevé ningún tipo de ayuda a una enfermo terminal. En Italia el suicidio asistido es un delito con penas de cárcel de entre 6 y 15 años, En Rumanía y Grecia la pena es de 7 años y en Irlanda se eleva hasta los 14 años de prisión. En Bosnia, Croacia y Serbia se considera igual que un homicidio.
En España la eutanasia y la ayuda al suicidio están penalizadas aunque el ordenamiento jurídico contempla los cuidados paliativos El enfermo tiene derecho a rechazar la asistencia médica. En 1998 el caso de «Ramón Sampedro» originó un intenso debate sobre su despenalización y en 2011 el gobierno aprobó el proyecto de la Ley de Muerte Digna. Asociaciones como «Derecho a morir dignamente» defienden la eutanasia y el testamento vital mientras que numerosos grupos religiosos lo equiparan a un homicidio. Hungría y la República Checa tienen una legislación similar a la de España.
En Suiza están autorizadas la eutanasia activa indirecta (dar una sustancia con efectos secundarios que reduzcan la duración de la vida), eutanasia pasiva (interrupción de medicamentos que alarguen la vida) y el suicidio asistido (el enfermo puede administrarse una dosis mortal). En Francia, la ley Leonetti de 2005 instauró el «derecho a morir» que favorece los cuidados paliativos o aquellos que reducen el sufrimiento. Suecia, legalizó la eutanasia pasiva en 2010.
En Alemania, Austria y Noruega se tolera la eutanasia pasiva si lo solicita el enfermo y en Dinamarca todos los ciudadanos pueden declarar por escrito su rechazo a recibir medicación terapéutica. Desde 1992 esas declaraciones se recogen en un registro central. El Reino Unido autorizó en 2002 la interrupción de medicamentos si lo solicita el paciente y desde febrero de 2010, suavizó la legislación. Desde entonces la justicia, en contadas ocasiones, persigue a aquellos que ayudan al suicidio por compasión, siempre y cuando el paciente lo solicite claramente. Diez años después de que Holanda legalizara la eutanasia, el debate político, ético y religioso continúa en todos los países europeos