Según el comunicado de la Fundación que lleva su nombre, el escritor portugués, José Saramago, murió este viernes en Lanzarote, «acompañado de su familia despidiéndose de una forma serena y plácida». Tuvo un fallo multiorgánico como consecuencia de la leucemia crónica que padecía. Tenía 87 años.
José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998 , representa una historia de superación, desde unos orígenes humildes hasta ser el nombre más grande de las letras portuguesas contemporáneas, reconocido en toda Europa. Nació en Azinhaga (Portugal) en 1922 en una familia campesina. No acabó la enseñanza secundaria y empezó a trabajar como cerrajero, pero la biblioteca pública de Lisboa le abrió las puertas de la Literatura. Y fue así, «sin ayudas ni consejos, apenas guiado por la curiosidad y por la voluntad de aprender, que mi gusto por la lectura se desenvolvió y pulió», dijo el escritor en una autobiografía publicada en la web de la Fundación Saramago.
Publicó por primera vez en 1947, pero lo abandonó poco después porque no tenía nada que decir que valiese la pena, hasta los años 60 para combinar los libros con el periodismo. Despedido del Diário de Noticias por motivos políticos se dedicó de lleno a la literatura. A comienzos de los noventa, tras la censura en Portugal de El Evangelio según Jesucristo, se instaló en la isla de Lanzarote. Pocos años después fue cuando consiguió el reconocimiento popular con Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres. En 1998 le concedieron el Premio Nobel de Literatura, «por haber creado una obra en la que mediante parábolas sustentadas con imaginación, compasión e ironía, nos permite captar continuamente una realidad fugitiva». Hace unos meses anunció que estaba escribiendo una nueva novela, con la industria del armamento como tema central.
Saramago siempre ha hecho bandera de su izquierdismo. Militó en el Partido Comunista portugués y desconfió siempre del europeísmo por considerar que iba unido a posturas liberales. Fue una de las figuras más representativas del altermundialismo y fue uno de los firmantes del Manifiesto de Porto Alegre. «Hablar de democracia es una falacia», dijo el escritor.
La web de la Fundación reproduce hoy en su web unas palabras del escritor que definen su pensamiento: «Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte». euroXpress