La «modernización» de las casas reales europeas
Todo estaba preparado en Amsterdam para la celebración del gran día. La ciudad pintada de naranja con millones de personas dispuestas a dar el adió s a la que ha sido su reina durante los últimos 33 años... y la bienvenida al nuevo monarca, Guillermo Alejandro IV, de 46 años, que se convierte así en el rey más joven del continente europeo. La abdicación de la reina Beatriz ha movido los puestos de sucesión. Máxima será reina consorte y la hija mayor del matrimonio, Amalia, la sucesora al trono.
Europa, donde en todos los países la justicia es igual para todos, mantiene todavía anclados en la jurisprudencia del pasado, a una docena de casas reales, que se rigen por algo tan incuestionable como el principio de consanguineidad. A ello hay que añadir príncipes, reyes desheredados o sacados del trono por sus respectivos ciudadanos, que cada cierto tiempo reivindican sus derechos sucesorios. A pesar de la crisis económica, mantienen sus privilegios y además son las instituciones menos cuestionadas en estos momentos, salvo alguna excepción. Incluso sirven de referencia en casos de hecatombe nacional.
En Grecia, una reciente encuesta señalaba que la mayoría de los griegos aseguran que vivían mejor durante la dictadura de los coroneles que en la actualidad. El rey Constantino de Grecia, perdió su trono por apoyarlos, y cada cierto tiempo reivindica su derecho a volver a reinar en el país heleno. Lo mismo ocurre con la familia de los Saboya, con Luis Alfonso de Borbón, que exige el trono de Franci, el rey de Portugal o el de Bulgaria, que incluso llegó a probar como presidente de su país.
Hoy, en que ha habido relevo en la casa de los Orange, una cosa queda clara, las monarquías sobreviven porque saben modernizarse. Los holandeses tienen desde ahora una reina jubilada, un rey que accede al cargo por herencia y una casa real que se ha democratizado al permitir a plebeyos casarse con los miembros de la familia. Guillermo de Holanda se convierte además en el rey más joven de Europa, lo que significa que es el primero del relevo generacional. Otros príncipes herederos están también en la línea de salida, pero como le ocurre a la plebe, los reyes son cada vez más longevos y no es fácil relevarlos, igual que con los Papas, hasta Benedicto XVI, el cargo solo se deja «con los pies por delante». La única excepción durante estos años ha sido Holanda, donde las dos reinas anteriores, Beatriz y su madre Juliana, han abdicado en favor de sus herederos.
Los reyes actuales han estudiado en colegios con plebeyos, tienen títulos universitarios, incluso son buenos deportistas, la mayoría sabe pilotar aviones, hacer buenos negocios y hablan varios idiomas, un ejemplo para los ciudadanos de sus países. Y si como ocurre con Guillermo, se casan con la hija de un colaborador del régimen dictatorial argentino, se debate, pero «no se toca». Simplemente la familia de ella no va a la boda, ni a la ceremonia de investidura, y aquí no ha pasado nada. Lo mismo ocurrió con su madre Beatriz, que decidió casarse con Nicolás de Amsberg, un diplomático alemán relacionado con las juventudes hitlerianas y la Wehrmacht. El Principe Claus, acabo siendo uno de los miembros más populares de la monarquía.
Para demostrar su relación con el pasado, Guillermo Alejandro, -tendría que ser Guillermo IV, pero ha mantenido los dos nombres- ha sido investido en una vieja iglesia de 600 años de antigüedad. Una emocionada Beatriz decía en su discurso de despedida a la nación «ningún poder, ninguna autoridad hereditaria, solo el deseo de servir a la comunidad de una monarquía contemporánea».
En el recorrido de la comitiva estaba Reina Reyes (mejor nombre imposible), una venezolana, que vive en Holanda desde hace una década y que ha declarado a la agencia France Press, «llevo toda la noche esperando porque quiero tener una buena vista del balcón real. Somos fans de los reyes de Holanda, y además Máxima es sudamericana, por lo que esto es muy especial para nosotros». Ahí queda reflejada la otra modernidad de la monarquía «orange», su visión abierta al mundo, y que al pueblo le gustan estas puestas en escena, que pueden seguir en la calle o en directo a través de la televisión.
La Segunda Guerra Mundial reforzó mucho a las monarquías europeas, la mayoría de ellas tuvieron que hacer frente al régimen nazi de Hitler y fueron un ejemplo de la resistencia de sus países. Años después en Holanda, incluso se pusieron en la «vanguardia» de los movimientos sociales. Se les llegó a llamar la «monarquía de la bicicleta, ya que todos los miembros utilizan a menudo ese transporte tan popular en los Países Bajos.
Guillermo Alejandro ya es el primer rey del siglo XXI, junto a él esperan su lugar en la historia, el príncipe Carlos de Gales (Reino Unido), Felipe de Bélgica, Haakon de Noruega, Victoria de Suecia, Federico de Dinamarca, Felipe de España, Guillermo de Luxemburgo, Alois de Liechtenstein.