Las encuestas dibujan un legislativo con diez partidos representados y unas horquillas de intención de voto tan amplios que parece imposible predecir la correlación de fuerzas políticas. Cada griego que vaya el domingo a votar tendrá en cuenta el mensaje de «austeridad o quiebra», pero también lo que dicta su bolsillo y los terribles datos macroeconómicos del país, agravados por la imposición de la UE y el FMI: el paro creció en el último año del 14,7% al 21,7%; la economía se ha contraído un 6,9% y la deuda supera los 360.000 millones de euros, equivalente al 167% del PIB.
Nueva Democracia podría ser el partido más votado. Aun con una importante pérdida de apoyos, se beneficiaría de haber estado en la oposición en el desarrollo de la crisis financiera griega, aunque muchos los responsabilizan de estar en el origen de los actuales males del país, cuando estuvieron en el gobierno, incluido el falseamiento de las cuentas públicas helenas que se enviaron a Bruselas. Su líder, Antonis Samaras, se presenta defendiendo el programa de austeridad en marcha, pero pide un calendario realista y renegociar algunos puntos.
El PASOK tiene todas las papeletas para hundirse en las urnas. Su exlíder, Yorgos Papandreu, negoció sin margen de maniobra el primer rescate europeo a Grecia y, por tanto, fue el ejecutor de los principales recortes, incluidos salarios públicos y pensiones, que han empobrecido a la sociedad griega hasta niveles de hace muchas décadas. Dimitido Papandreu, el socialismo griego eligió como líder a quien había sido su ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, precisamente la cara de la política de recortes, en su última etapa política, después de haber pasado por ocho carteras ministeriales en anteriores ejecutivos. Ahora pide el voto para el PASOK, como garante del cumplimiento de los compromisos ante Bruselas.
Uno y otro, sin embargo, forzados por las circunstancias, han participado como socios en el gobierno tecnócrata formado por Lukas Papadimos, quien consiguió el segundo rescate de la UE, a cambio de nuevos ajustes, que se están traduciendo en un progresivo aumento de población en umbrales de pobreza, pérdida de beneficios sociales y privatizaciones de empresas públicas.
Extremismos de derecha e izquierda
Contra los dos partidos, que se han alternado en el gobierno Griego tradicionalmente, van las generalizadas protestas populares que ahora tendrán reflejo en las urnas. Desde la izquierda, el Partido Comunista, marxista-leninista, pide el control estatal de la economía griega, un planteamiento que le puede dar entre el 7 y el 11% de los votos. Su líder es una veterana comunista, Aleka Papariga, que ha conseguido reinvertar el anticapitalismo desde su versión más clásica.
En la órbita de la izquierda europea, la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA) propone renegociar la deuda y los acuerdos de financiación. Las encuestas le dan entre el 5% y el 13% de los votos. Dirigidos por el líder estudiantil Alexis Tsipras con una dura crítica al neoliberalismo están a un paso de quitar el segundo puesto al Partido Socialista.
Más preocupa en Atenas y en Bruselas un previsible ascenso de la ultraderecha que ha explotado el discurso nacionalista. La formación Griegos Independientes, formada por exdiputados de Nueva Democracia que se opusieron al rescate europeo, podría conseguir hasta un 11% de los votos con su discurso populista y de denuncia. Los ultranacionalistas de LAOS no se verán reforzados en las urnas en esta ocasión, desgastados por haber entrado en la coalición de gobierno de Papadimos. Más peligrosos parecen ser los militantes de Amanecer Dorado, un grupo ultranacionalista que ha abanderado la lucha contra los inmigrantes y eso le podría permitir entrar en el Parlamento en estos comicios.
La «sopa de letras» griega puede dar una composición parlamentaria endiablada como lo es también la fórmula constitucional para establecer mayorías. La asamblea tiene 300 escaños, 288 son elegidos en 56 circunscripciones mediante un sistema proporcional reforzado, en el que los votos se reparten entre los partidos que superan la barrera electoral del 3%. La peculiaridad es que al partido más votado se le regalan 50 escaños extra.
Si los sondeos no se equivocan, esto es lo que permitiría a Nueva Democracia formar gobierno si consigue apoyos suficientes. El candidato socialista ya ha vaticinado una coalición de los dos grandes partidos para gobernar Grecia, pero el conservador Samaras anticipa que no pactará con el PASOK y que, si no consigue la mayoría absoluta, convocará nuevas elecciones. En Bruselas, contienen la respiración.