Según publica Der Spiegel, el FMI parece que ha notificado ya a la cúpula de la Unión Europea que no quiere participar en ninguna financiación más para Grecia. Eso llevaría al país a la bancarrota a partir de septiembre y a su salida del euro.
La troika, FMI, UE y BCE, evaluarán esta semana la situación griega, aunque el resultado no se conocerá hasta septiembre, pero ya se adelanta que necesitará más dinero.
Grecia pide un plazo mayor, un poco de aire para respirar. Quiere que le den dos años más para cumplir su objetivo de déficit y evitar caer en una recesión económica más profunda. Debe reducir el déficit por debajo del 3 por ciento para finales de 2014, desde el 9,3 en 2011.
Salida del euro
Ante ese panorama, Grecia podría salir del euro, una idea que ya se ha hecho familiar en la eurozona. Tanto que los socios de Gobierno de Angela Merkel, la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), sugieren (también vía prensa) que Atenas podría comenzar de manera suave, es decir, ir pagando el sueldo a algunos funcionarios y las pensiones de los jubilados en dracmas y así poco a poco se encontrarán fuera del euro.
Es la propuesta del secretario general de la CSU, Alexander Dobrindt, en una entrevista que publica este domingo el diario 'Welt am Sonntag'. «Un retorno suave a la antigua moneda de Grecia es mejor que un cambio brusco», se crearía así una especie de moneda paralela. Dobrindt hace hincapié en la necesidad de una salida ordenada.
El nuevo ministro de Finanzas griego, Iannis Stournaras, un demócrata-liberal profundamente europeísta, debe entrevistarse el próximo jueves con los representantes de la troika, la intención es convencerles de la necesidad de renegociar el memorándum y de que Grecia está cumpliendo los requisitos de austeridad. Si están conformes, transferirán 31,5 mil millones de euros de los 130 mil millones que se acordaron en febrero.
Grecia, que no puede financiarse en los mercados, necesita para el 20 de agosto el dinero. Alemania, que el pasado junio parecía dispuesta a renegociar las condiciones del memorándum, parece haber dado marcha atrás. El ministro de Asuntos Exteriores Guido Westerwelle, ha dicho al diario «Bild», «no aprobaremos» ningún cambio sustancial en los compromisos adquiridos por Atenas.