La UE presiona y Grecia estira la cuerda de los recortes. Es la condición imprescindible para que Atenas pueda recibir el quinto tramo de la ayuda financiera de 110.000 millones de euros concedida el año pasado. No se han cumplido los objetivos de déficit y Bruselas exige hechos que una misión de expertos evaluará antes de entregar el dinero.
El gobierno de Papandreu ha puesto en marcha un nuevo plan de medidas de austeridad con el objetivo de ahorrar 28.000 millones de euros hasta 2015 y un plan de privatizaciones de empresas estatales y activos públicos ( la compañía telefónica, el banco postal, dos puertos y dos empresas de agua), con el que se conseguirán otros 50.000 millones de euros. Se despedirá a más empleados públicos con contratos temporales, que hasta ahora el gobierno había conseguido evitar, habrá más recortes salariales, más subidas del IVA y eliminación de exenciones fiscales.
El objetivo es reducir el déficit actual del 10,5% hasta un 3% en 2014 y las expectativas no se están cumpliendo. En los cuatro primeros meses del año ha crecido un 13,7% con respecto al año anterior. Desde que se pusieron en marcha los ajustes, el paro ha subido hasta el 15,9% y la deuda, al 153% del PIB.
Por eso, la UE pide más esfuerzos. «Cada desembolso va precedido de una evaluación de la troika compuesta por miembros de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional», ha recalcado el portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión, Amadeu Altafaj, quien también ha señalado la importancia de que el nuevo plan de recortes se lance «inmediatamente».
Si el 26 de junio Atenas no recibe 12.000 millones de euros de la UE, el país declarará la bancarrota y eso se trata de evitar a toda costa, pero con poco margen de maniobra. En el acto de conmemoración del 50 aniversario de la OCDE, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ya ha alertado de que «existe el peligro real de que una forma u otra de reestructuración o reprogramación de la deuda agrave la situación, ya que el riesgo de fracaso de estas operaciones es enorme comparado con los potenciales beneficios». No parece haber otra salida que la «aplicación de las duras pero necesarias reformas para modernizar Grecia y crear la base para el crecimiento sostenible y el empleo», según Van Rompuy.
El mayor peligro está en el contagio a otros países de la eurozona si Grecia no puede pagar. Lo ha advertido la agencia de calificación Moody's, que avisa también de que «cuanto más tiempo persista la actual incertidumbre mayor será la tentación de llevar a cabo una reestructuración».
La encrucijada del gobierno griego le hace mirar con un ojo a Bruselas y con el otro a la repercusión interna de sus medidas. «Ante una nueva tormenta de recortes, aumento de impuestos, privatizaciones, despidos y limitaciones de derechos de jubilación, nosotros respondemos que no», advierten los sindicatos, que preparan una nueva huelga general en junio. Desde que Grecia se apuntó al rescate europeo, ha habido 14 huelgas generales en el país.