Hay que retroceder hasta 1987 para recordar una jornada tan negra en la Bolsa de Atenas, que cerraba la sesión con pérdidas del 12,78%. Sofía Vultepsi, portavoz del Gobierno, aseguraba que el objetivo del inesperado adelanto es «terminar con la incertidumbre política». Pero lejos de lograrlo, la decisión solo ha servido para incrementar, más si cabe, las dudas de los inversores, que temen que el órdago del Ejecutivo heleno termine aupando a Syriza, la coalición de izquierda contraria a los ajustes.
Y es que el Gobierno de Antonis Samaras no lo tiene nada fácil para aupar a su candidato hasta la Presidencia de la República. La coalición gubernamental de conservadores y socialdemócratas cuenta en este momento con 154 diputados, pero necesitaría al menos una mayoría de 180 votos. Puede repetir la votación hasta en tres ocasiones, pero si ningún candidato consigue la mayoría suficiente, el Gobierno se verá obligado a disolver el Parlamento, y a convocar elecciones anticipadas.
Para los inversores, este hipotético adelanto electoral no hace sino acrecentar la desconfianza acerca del cumplimiento del rescate de Grecia. Todas las encuestas desde el mes de mayo apuntan a que, aunque por un escaso margen, Syriza sería la coalición más votada, y temen que, tal como lleva anunciando desde su creación, lleve a cabo una reestructuración de la deuda.
Nadie se fía de las cuentas griegas
A todo ello habría que añadir la incertidumbre que ha creado la aprobación de los presupuestos para 2015, el pasado domingo, de madrugada, con nocturnidad y alevosía. El Parlamento Griego daba luz verde a la ley sin el visto bueno de sus acreedores internacionales, y haciendo oídos sordos a las dudas de la Unión Europea, que no cree que con ese presupuesto el país pueda cumplir sus objetivos de déficit. Tanto es así, que ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, los ministros de Economía, decidían esta misma semana prorrogar el actual programa de rescate, al menos, dos meses más.
No es de extrañar que los bancos fueran los más afectados tras la decisión del Gobierno griego. A mediodía el Banco Nacional de Grecia perdía un 15%, el Banco Pireo un 17% y el Banco del Ática un 26,3%. Y efectos negativos también en la deuda pública, que ha experimentado un aumento de más de 10 puntos en la rentabilidad exigida a los bonos a diez años. Si a principio de semana el tipo de interés era del 7,2%, este martes se situaba por encima del 8,1%.
El efecto dominó teñía de rojo en cuestión de horas el resto de plazas europeas. Uno de los más afectados ha sido el Ibex 35, que tras perder más de un 3%, en lo que ha sido la tercera mayor caída del año, se situaba por debajo de los 10.500 puntos. El Eurostoxx 50, por su parte, cedía un 2,62%, el Cac de Francia un 2,5%, el Mib italiano un 2,81% y el Dax alemán un 2,21%.
En lo que va de año la Bolsa de Atenas acumula pérdidas del 24,35%, y el índice general se sitúa ya por debajo de los 900 puntos. Ni siquiera los resultados aceptables de la banca griega en las últimas pruebas de solvencia han conseguido frenar la sangría. Cinco años, dos rescates y una quita después, Grecia sigue sin levantar cabeza. Su deuda supera el 175% de su PIB y acumula 21 meses consecutivos de deflación; una situación insostenible para un país que ya se ha dejado el 25% de su riqueza por el camino de la crisis.