Este martes Grecia celebra una nueva ronda de conversaciones con sus acreedores internacionales. Durante semanas han estado sacando de aquí y de allá hasta 12.000 millones de euros que la Unión Europea (UE), el Banco Central Eruropeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no ven claro que pueda llevar a cabo.
Por segundo día los inspectores han tenido que soportar la ira de los griegos que los han abucheado a la entrada del edificio en el que se desarrollan las conversaciones. Decenas de discapacitados les han cantado «no pasarán», mientras que uno de ellos enarbolaba una pancarta en la que se podía leer
«Dieron 200.000 millones a los banqueros pero han recortado en medicamentos, tratamientos y ayudas para los discapacitados».
Las conversaciones están siendo más complicadas de lo que se preveía debido a un disensión entre la UE y el FMI. Este último quiere que Grecia reduzca su deuda como sea, mientras que la UE es partidaria de darle más tiempo para que pueda reconducir su economía.
La economía griega sigue retrocediendo, a pesar de la austeridad. El borrador del presupuesto que discuten las autoridades incluye más recortes en los sueldos de los funcionarios, las pensiones y los beneficios sociales.