En marzo Grecia tiene un fuerte vencimiento de bonos. Antes de esa fecha tiene que haber negociado los 130.000 millones del plan de rescate o el país se arriesga a caer en la suspensión de pagos.
A mediados de este mes de enero volverán los inspectores de la UE, el FMI y el BCE a Atenas para examinar el cumplimiento de las promesas y darle forma al nuevo plan de rescate. Un portavoz del Gobierno, Pantelis Kapsis, ha asegurado que la situación es límite «El acuerdo de rescate debe ser firmado, de otra forma estaremos fuera de los mercados, fuera del euro».
Esa firma va de la mano con más recortes y más ajustes al cinturón de los griegos. Los avisos se están haciendo con tiempo para que nadie se sorprenda y con el fantasma de la vuelta a la moneda griega rondando. Altos funcionarios del gobierno advierten de que la vuelta al dracma sería un «infierno» y que no hay más remedio que ser más austeros para evitar salir del euro.