El martes, primer día de la huelga general de 48 horas, la participación fue masiva, igual que en las marchas que recorrieron las principales ciudades del país. Una movilización que no podrá parar la aprobación de nuevos recortes, condición sine qua non para que el gobierno griego reciba el nuevo tramo del préstamo internacional, por 31.000 millones de euros, imprescindible para que Grecia pueda hacer frente a sus pagos, el primero de 5.500 millones el próximo 16 de noviembre, fecha de un vencimiento de deuda.
En la calle, muchos entienden que este enésimo ajuste es una nueva encerrona inevitable para el gobierno, sometido al rescate europeo, pero denuncian hasta qué punto quiere la troika someter a la población. «Estas medidas nos llevan muchos años atrás. Todos los derechos laborales conquistados por el pueblo griego desde la Segunda Guerra Mundial y el fin de la dictadura (en 1974) quedan anulados», declaró la sindicalista María Lavrentiadou a la agencia France Press.
«Si los legisladores aprueban las medidas... habrán cometido el mayor crimen político y social ocurrido nunca contra el país y su gente», ha declarado Nikos Kioutsoukis, secretario general de la Confederación General de Trabajadores. «No debemos permitirles destruir el país», ha añadido.
El gobierno del conservador Antonis Samaras ha presentado al parlamento un paquete de reformas y recortes de 13.500 millones de euros para continuar con la reducción del déficit público y llegar al 3% en 2016. El nuevo ajuste recae otra vez sobre funcionarios y pensionistas, además de prever más reducciones en las prestaciones sociales , el sistema sanitario y desregularización de la legislación laboral.
Para el líder de la izquierda radical, Alexis Tsipras, eso es «ridiculizar» la constitución griega, porque el parlamento se ha transformado en «un club de aprobación de los decretos de la troika de acreedores».
Este miércoles, cuando el parlamento se reuna para votar, muchos griegos volverán a manifestarse en contra del programa de austeridad. La pancarta que encabezaba la marcha de ayer decía: «Los seres humanos antes que nada, no los números ni las medidas».