Se calcula que al menos el 80% de los acreedores han aceptado aplicar una quita a sus carteras de deuda griega, que asciende a 206.000 millones de euros. El optimismo por el resultado de la operación ya se ha dejado notar en los mercados este jueves, cuando acabó el plazo para que las entidades financieras se acogieran al plan.
Para seguir adelante con el plan de rescate, Grecia necesita la aceptación del 66,7% del volumen de deuda o el 75% de participación. El gobierno heleno se había marcado como objetivo llegar hasta el 90% para los bonos bajo soberanía griega. Si no se llega a esa cifra, obligará a activar las cláusulas de acción colectiva, por la que se forzaría la participación de todos los acreedores y la participación privada dejaría de ser voluntaria. lo cual activaría los seguros de impago (CDS).
El gobierno griego ha confiado en que la operación terminara con éxito porque a pesar de que los acreedores perderan más de la mitad del valor de sus bonos, tendrán incentivos y garantías, ya que los 130.000 millones que Grecia recibirá en préstamos internacionales, servirán para financiar la Participación del Sector Privado y para la recapitalización de la banca.
El director del Instituto Internacional de Finanzas, que agrupa a los mayores bancos del planeta, Charles Dallara, ya había dicho que los términos de la negociación eran atrayentes y que, en cualquier caso, el gobierno griego había advertido de que «no hay más dinero para ofrecer». Dallara confía en que, una vez aprobada la quita de la deuda, Grecia conseguirá reconstruir su economía, restaurar la credibilidad y generar empleo.