Han sido más de tres horas de retraso, con reuniones bilaterales para intentar desbloquear las negociaciones, pero finalmente el Eurogrupo ha pactado una extensión del programa, previamente discutido con Grecia, FMI, BCE, Comisión europea y Alemania. No le ha quedado otra opción a Atenas. Si bien, el flamante ministro heleno, Yanis Varufakis, lo ha intentado vender como un logro, un acuerdo de «suma cero» entre iguales. Pero lo cierto es que Grecia ha tenido que ceder en la extensión del programa actual (conocido ahora como Acuerdo Máster para la asistencia financiera) para los próximos cuatro meses, condiciones que imponía desde el principio el Eurogrupo con el objetivo de seguir avanzando.
No obstante, por primera vez, Grecia podrá escoger qué tipo de reformas aplicará a cambio. La lista la enviará el ejecutivo heleno el próximo lunes, y deberá ser evaluada por las instituciones, entre ellas no se incluirá la aplicación del superávit primario al 3%.
¿Qué ocurrirá si no se aceptan las reformas? «Estaríamos en un problema», ha admitido Varufakis. Sin embargo, se ha mostrado convencido de que se llegará a un compromiso. Considera que abre un nuevo capítulo en la historia griega, «ahora somos coautores de nuestro destino», ha afirmado. Asimismo, ha asegurado que el acuerdo llevado a cabo hoy «en sustancia» es parecido a la carta enviada por el gobierno heleno. Sin embargo, su homólogo alemán Wolfgang Schäuble, por el contrario, cree que Varufakis ha probado la medicina de las negociaciones: «Gobernar es una cita con la realidad», ha sentenciado.
La fecha límite para solicitar el programa oficialmente expiraba el 28 de febrero, pero de facto se daba como último día hoy porque algunos parlamento nacionales, como el alemán, deben votar cuando se produce una extensión del memorando. Se han necesitado tres reuniones de ministros en diez días para acercar posturas que hasta hace unas horas se veían casi irreconciliables. Pero los problemas económicos de Atenas acucian y el calendario apremia. El acuerdo permite dar más tiempo a Grecia para que se puedan negociar nuevas condiciones, como por ejemplo, la tan temida austeridad, culpable de haber llevado a una «emergencia social y humanitaria» al país.
Hacia el final de las negociaciones, los rumores apuntaban a que Portugal y España estaban bloqueando las negociaciones del acuerdo. Hechos que el ministro español, Luis de Guindos, ha rechazado. Al ser preguntado, Varufakis ha admitido que diría «la verdad» pero que España y Portugal son sus «socios» y ha preferido sortear la pregunta por «buenos modales».
Negociaciones previas difíciles
La reunión de hoy no se preveía fácil, así lo había confirmado el presidente del Eurogrupo Jeroem Dijsselbloem, quien aseguraba que pese a mostrarse ciertamente «positivo», temía que las negociaciones iban a ser «complicadas». El positivismo tras dos reuniones fallidas, quería calar. El titular griego Yanis Varufakis, entraba en la reunión explicando que su país ya había hecho concesiones, respecto a las primeras peticiones que anunció al ganar las elecciones. Pero las reuniones en los pasillos enmoquetados de las instituciones se avecinaban arduas y difíciles, o como aseguraba el primer ministro Winston Churchill «de sangre, sudor y lágrimas». Así, Varufakis, pese a que confiaba en que el encuentro acabaría con «fumata blanca», lamentaba que las concesiones griegas hayan ido más allá, «no sólo una milla, sino diez millas».
La semana empezó con un Eurogrupo que acababa de forma abrupta. El gobierno griego no quería aceptar la extensión del rescate, sino del crédito. Es decir, una prolongación de la ayuda pero sin aceptar las condiciones de austeridad que exige la troika, medidas e interlocutor que Grecia rechaza.
Sin embargo, la falta de liquidez del país heleno (cifrada en 17.000 millones de euros), el grifo que el Banco Central Europeo cerró la semana pasada donde ya no cuentan como válidos los bonos emitidos por el país, sumando la fuga de capitales, y que muchos griegos han dejado de pagar los impuestos más impopulares dificultaban aún más si cabe la situación del Ejecutivo. Atenas sabe que está contra las cuerdas, pero en las negociaciones, las partes deben hacer concesiones. Sobre todo, Grecia.
El país heleno sabe que necesita tiempo y el Eurogrupo siempre ha indicado que para ello había que pedir la prolongación del programa actual. Varufakis pidió formalmente la extensión de la ayuda el jueves, para después el gobierno alemán asegurar que la petición de Atenas no cumplía «los criterios acordados», ni los «compromisos adquiridos». El ministro español Luis de Guindos también decía mostrarse positivo, pero consideraba que la carta enviada por el Ejecutivo heleno se debía «perfeccionar».
Y es que la línea dura que abandera Alemania ha sido la que finalmente ha trazado la negociación. El ministro de finanzas teutón, Wolfgang Schäuble, había indicado a su entrada a la reunión que Grecia está ligada a unos compromisos, de difícil incumplimiento: «Creo que ya hemos hablado varias veces de que estamos todos determinados a que lo que ya hemos negociado durante tanto tiempo, se tome en serio», ha explicado. En este sentido el vicepresidente del euro, Valdis Dombrovskis, ha lamentado que a causa de «la cambiante retórica de las autoridades griegas se haya originado una cierta erosión de la confianza».
Las negociaciones no han sido fáciles y los comentarios y dimes y diretes de unos y de otros han complicado las conversaciones. Por su parte, el comisario Günter Oëtinger encargado de Economía Digital ha señalado en una entrevista en la radio alemana que «Grecia ha entrado como un elefante en una tienda china» e incluso no descartaba una Eurocumbre para la semana próxima. Finalmente la sangre no ha llegado al río, pero Grecia se ha topado hoy con el muro del Eurogrupo.