Las instituciones europeas y Alemania se vuelcan estos días con Grecia, para explicar a los griegos que no están solos y que si han conseguido evitar la bancarrota, es porque Europa estaba con ellos.
Nadie olvida que a finales de mayo se celebran las elecciones al Parlamento Europeo, y que el euroescepticismo y el auge de la extrema derecha en el país helénico es un hecho constatable. La desafección de los ciudadanos, como la de otros muchos en la UE, queda reflejada en los últimos sondeos que prevén una baja participación. Esos muestreos dan la victoria a Syriza (19,5%), la Coalición de Izquierda Radical, que aventaja en tres puntos a los conservadores de Nueva Democracia (16,5%). Lejos están los socialistas del Pasok (5,5%), mientras que los neonazis de Amanecer Dorado obtendrían el 4%.
Alemania, a la que muchos griegos culpan de las draconianas medidas de austeridad que los han empobrecido, se esfuerza en mostrar su cara amable. Lo hizo hace un mes el presidente alemán en una visita oficial y lo ha repetido ahora la canciller Angela Merkel. Pero también es cierto, y la mayoría de griegos lo saben, que sin Europa estarían peor.
La visita de Merkel se produce unas horas después de que Grecia se expusiera ante los mercados. Tras cuatro años de ausencia, el país heleno ha vuelto a colocar sus primeros bonos a cinco años, a un interés impensable hace un tiempo, al 4,75%. La salida a los mercados ha sido cauta, 3.000 millones de euros. El primer ministro griego, Antonis Samarás, ha respondido a los que creen que es más barato financiarse a través del rescate y no de los bonos, que «en el futuro los interés caerán más y podremos conseguir el dinero más barato».
El Ministerio de Finanzas de Grecia ha explicado que una tercera parte de los bonos emitidos esta semana fueron adquiridos por fondos riesgo. De los 3.000 millones de euros en bonos a 5 años casi la mitad de la cantidad subastada (49%) fue colocada a gestores de activos, mientras diversos bancos compraron el 14% y fondos de pensiones y aseguradoras el 4% restante. Por origen geográfico, el 47% de los inversores procedió de Reino Unido, el 31% de la Europa continental, el 7% de la propia Grecia y el 15% del resto del mundo.
La canciller Angela Merkel cree que Estado, empresas y bancos deben obtener liquidez a través de los mercados y ha reiterado el compromiso anunciado en verano de participar en el «Fondo de Crecimiento» para las pymes con 100 millones de euros. Enemiga de irse por las ramas, ha dicho en Atenas «que todavía queda un largo y duro camino».
«Me gustaría decir al pueblo griego, a los ciudadanos griegos que están desempleados, también a muchos jóvenes, que en realidad es un camino duro y con muchas víctimas, que este camino, sin duda se ha podido realizar porque había una solidaridad en Europa, y vamos a seguir manteniendo esta solidaridad y vamos a hacer todo lo posible para que estos jóvenes, a raíz de las severas medidas de ajuste, tengan una economía que funcionará mejor, con más oportunidades, y la posibilidad de conseguir puestos de trabajo seguros». Quizá la visita de Merkel ha tranquilizado a los mercados pero difícilmente habrá contentado a los ciudadanos griegos, que viven «un infierno», como declaraban hace un mes los responsables del Comité de las Regiones reunidos en Atenas.
En la calle ese infierno nos lo explica nuestro taxista. «En mi familia ya no podemos ayudarnos unos a otros, yo quería volver a mi pueblo, pero mi madre me ha dicho que no lo haga, así que dentro de unos meses me iré a Estados Unidos, he encontrado por internet un trabajo en un crucero en el Caribe y trabajaré varios meses».