Procedente de un país en el que 40 millones de ciudadanos dicen que tienen ascendencia irlandesa, el presidente estadounidense, Barack Obama, como no podía ser de otra manera, visita la tierra de sus ancestros. Un tatarabuelo de su madre abandonó su ciudad natal en 1850 para ir a buscarse la vida a Estados Unidos. Este lunes, 161 años después Barack Obama y su esposa Michelle visitan el pequeño pueblo irlandés de 300 habitantes, Moneygall.
Antes, en compañía de la Presidenta irlandesa, Mary McAleese, plantó un árbol en los jardines de la residencia presidencial como es tradicional. Más tarde se ha entrevistado con el primer Ministro Enda Kenny, con quien ha hablado de las medidas de austeridad que Irlanda ha adoptado para afrontar la crisis y del plan de rescate que la UE y el FMI le han ofrecido.
La segunda escala del presidente estadounidense y su esposa será en Londres donde se alojarán en el palacio de Buckingham como huéspedes de la reina. Se reunirá con el primer ministro, David Cameron, con quien tratará de la operación de la ONU en Libia y será protagonista de un privilegio que rara vez se concede: intervendrá ante las dos Cámaras del Parlamento británico en Westminster Hall, algo que está reservado para los reyes británicos. Contadísimas personas en el mundo han disfrutado de ese honor, desde la segunda Guerra Mundial solo lo han hecho el presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, el de Francia Charles de Gaulle y el papa Benedicto XVI el pasado septiembre.
El jueves asistirá en Francia a la cumbre del G8 que se celebra en la ciudad balneario de Deauville. El encuentro de los líderes de los ocho países más desarrollados y Rusia tiene como telón de fondo las revueltas y las demandas de cambios políticos en el norte de África y la nueva situación planteada en O riente Medio, con vistas al establecimiento de dos países soberanos uno al lado del otro: Israel y Palestina. Para incentivar el plan, Obama, ha propuesto entre otras medidas, un plan de ayuda financiera a los países que aborden procesos de transición, para fomentar el comercio, la integración y la modernización de la gestión. Para ello necesita aportaciones internacionales, de instituciones multilaterales, el FMI y el Banco Mundial. Y todavía quedan la sustitución de Dominique Strauss-Kahn al frente del FMI que se disputan Europa, EE UU y los países emergentes. Y el escudo antimisiles del que hablará con su homólogo Bronislaw Komorowski en Varsovia.