La cumbre del G20 que comienza hoy en Toronto (Canadá) se abre con posiciones de partida públicas y opuestas. La UE cree prioritaria la consolidación fiscal y Estados Unidos, mantener los planes de estímulo para no poner en riesgo el crecimiento.
El presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, enviaron una carta a los países del G-20, en la que justificaban los duros planes de austeridad puestos en marcha por los socios comunitarios, porque reducir el déficit y la deuda es prioritario para consolidar las finanzas públicas e iniciar después el despegue del crecimiento.
Antes, el presidente de Estados Unidos, se había dirigido a los líderes del G20 con argumentos opuestos. Pedía que las ayudas públicas que se pusieron en marcha al inicio de la crisis no se acaben todavía para no frenar la recuperación. Barroso y Van Rompuy responden: «Teniendo en cuenta los graves riesgos que supondría para la sostenibilidad de las cuentas públicas una salida tardía de las medidas extraordinarias de estímulo fiscal, en la cumbre de Toronto el G-20 debería acordar una estrategia de salida coordinada y diferenciada para garantizar unas finanzas públicas sostenibles.»
En la cumbre de Toronto el G20 se juega también su credibilidad. Debe avanzar en los prometidos planes de supervisión financiera, nunca definidos. Los presidentes del Consejo y de la Comisión piden que se alcance un acuerdo internacional sobre los requisitos de capital y liquidez de las entidades financieras para recuperar el crédito para empresas y familias. La UE presentará a los otros líderes mundiales como ejemplo de transparencia su decisión de publicar las pruebas de solvencia de los bancos. Además, lleva en su haber la pretensión de imponer una tasa bancaria para que las entidades puedan hacer frente a futuras crisis y la repetida idea de fijar una tasa mundial por transacciones financieras. euroXpress