Que el fútbol moderno se ha convertido en la actualidad en un negocio se sabe en todos los confines de la Tierra. El precio de las entradas, la venta de camisetas, los derechos publicitarios de los futbolistas y los contratos multimillonarios... contribuyen activamente a ello. Pero quizá el máximo jirón de dicha realidad no sea otro que el mercado de traspasos. Clubes como Real Madrid, Barcelona, Atlético, Chelsea, Manchester United o Paris Saint Germain, un año más, han tirado de chequera para reconstruir o mejorar un vestuario ya de por sí rutilante.
La Liga BBVA no ha vivido ajena a esta situación durante el verano. Hasta 468 han sido los millones de euros invertidos por los equipos españoles al efecto. El vigente campeón de Europa, el Real Madrid, ha superado la barrera de los 100 millones con las incorporaciones de las sensaciones del pasado Mundial de Brasil: James Rodríguez, Toni Kroos y Keylor Navas. Han compensado el balance económico con la salida de Di María con destino a Manchester. El Atlético, que ha tenido que rediseñar la plantilla en pos de repetir la excelente temporada pasada, se ha dejado 94 millones en el intento. Pero, sin lugar a dudas, en España esta clasificación la lidera el Barcelona. Bravo, Stegen, Mathieu, Vermaelen, Rakitic y, sobre todos ellos, Luis Suárez, han sido los fichajes de los catalanes para retomar el mando en las competiciones nacionales y en Europa. Nada más y nada menos que 161 'kilos' han empleado para ello.
En Inglaterra, Manchester United y Chelsea, en una clara apuesta por desbancar al Manchester City del trono de la Premier League, se han puesto las pilas durante el verano. La entidad de Old Trafford, que lleva tres años lejos de los mejores equipos del continente, ha gastado más de 100 millones solamente en Ángel Di María y Ander Herrera. Los 'blues', por su parte, han mirado a la ribera del río Manzanares para engrosar la calidad de sus filas. Diego Costa y Filipe Luis han arribado al lujoso barrio londinense por la nada despreciable cifra de 64 millones de euros, y a ellos dos se suma el guardameta belga Thibaut Courtois, que ha estado tres temporadas como cedido en el Vicente Calderón. Cesc Fábregas y Didier Drogba completan una nómina exorbitante de traspasos que también supera el centenar de millones.
Sin embargo, las cuentas del club cuyo entrenador es José Mourinho cuadran a la perfección. En tal contexto tiene mucho que ver la venta realizada la pasada primavera de su mejor defensa central: David Luiz, que viaja hasta París para reforzar al PSG por 50 millones de euros. El cuadro parisino continúa así con una serie de inversiones que comenzó con la llegada al club de Nasser Al-Khelaïfi. En tres temporadas, el coste de los fichajes de Thiago Silva, Zlatan Ibrahimovic, Javier Pastore, Edinson Cavani, Marco Verratti o el propio David Luiz supera con claridad los 200 millones de euros.
Estos son solo los desembolsos más sonados del verano. Pero están lejos de ser los únicos. Equipos como Arsenal, Tottenham, Manchester City, Bayern de Munich o Zenit de San Petersburgo han presumido también de billetera para tener en órbita a los mejores. Para ello, no se escatima tampoco ofrecer sueldos como el que va a percibir el delantero polaco Robert Lewandowski por parte de la escuadra muniquesa: 11 millones de euros. Y no es el más pagado.
Aumenta la presencia de extranjeros en ligas europeas
Atraídos por las nóminas de las que disfrutan los deportistas que triunfan en Europa, son cada vez más los futbolistas que compiten lejos del Viejo Continente y que, una vez convertidos en iconos, se trasladan a la Liga BBVA, la Premier League inglesa, la Bundesliga alemana... aprovechándose de la ingente red de espías y captadores que las grandes entidades europeas poseen en zonas como Sudamérica. Y no solo eso. También 'in crescendo' se encuentra la gama de futbolistas europeos que abandonan su país pero no Europa. Un ejemplo de ello es el continuo trasvase de jugadores españoles que tienen como destino Inglaterra (entiéndase Negredo, Silva, Jesús Navas, De Gea, Ander Herrera, Mata, Soldado, Azpilicueta, Monreal, Arteta y un largo etcétera).
Pero, ¿hasta qué punto es positiva para el fútbol continental esta situación? La cuestión no es baladí, puesto que ya hay analistas deportivos que consideran que la excesiva contratación a base de talonario de jugadores de otros países puede afectar sensiblemente al trabajo de cantera que tan buenos resultados ha reportado a un sinfín de equipos europeos. Entre otras de las consecuencias negativas que podrían sustraerse se encuentra un cada vez más bajo sentimiento de pertenencia que convierte, a ojos del aficionado, a su ídolo en un mercenario más del sistema y que anula el ya de por sí poco romanticismo que rodea al mundo del balompié.
No obstante, el argumento esgrimido desde el bando contrario tampoco es moco de pavo. Éste asegura que gracias a que los equipos europeos pueden permitirse firmar a los cracks mundiales, las competiciones de clubes de más prestigio pueden disputarse en suelo europeo, lo que se traduce en un enriquecimiento económico y humano de los propios clubes, de las empresas, de las administraciones públicas y, por ende, de toda la sociedad en general.