Japón prometió desmantelar los reactores nucleares dañados por el terremoto y el tsunami en Fukushima. Pero Hiroyuki Watanabe, concejal de la ciudad de Iwaki, a 30 kilómetros del lugar de la tragedia, recibe con recelo el anuncio «Veo que las dificultades en Fukushima aumentan, no disminuyen. Uno de los mayores problemas que afronta el país es la falta de trabajadores calificados que puedan hacer frente a los enormes desafíos que tenemos por delante». La ciudad de Iwaki se ubica en la prefectura de Fukushima, la que el 11 de marzo de 2011 se llevó la peor parte del desastre en cadena: terremoto, tsunami y accidente nuclear. En esa ciudad también se encuentra J-Village, excentro de entrenamiento de fútbol y actual entrada a la zona que rodea la planta nuclear.
Unos 3.000 trabajadores van todos los días desde el nuevo campamento base hasta donde están los reactores dañados. Se ponen un traje que los protege de la radiación y se suben a los autobuses que tardan casi una hora en llevarlos al lugar de trabajo. Watanabe dice que debe luchar por los derechos de esos trabajadores que pasan ocho horas al día en un entorno peligroso. «Están en riesgo de contaminación radiactiva. Son empleados de compañías que no los tratan bien en lo que respecta a las condiciones laborales y salariales. Mi trabajo es protegerlos y asegurarme de que sus empleadores y el gobierno los tratan bien».
Watanabe, miembro del Partido Comunista de la asamblea local, no es el único con esa posición. Los problemas cada vez más difíciles en la lucha de Japón por resolver la situación de los reactores dañados hicieron que los sindicatos crearan organizaciones separadas para atender las cuestiones específicas que atañen a los empleados de la planta nuclear. Keiji Watanabe, secretario general de la Unión Nacional de Trabajadores Generales, dice que urge crear una protección sólida para empleados de ese sector. El desmantelamiento de la planta podría llevar cuatro décadas.
Este sindicalista, sin víncula familiar con el concejal de igual apellido, señala que «la grave situación en Fukushima, así como los posibles accidentes en otras plantas nucleares de Japón, requerirán del trabajo de decenas de miles de hombres y mujeres en las próximas décadas». «Esta situación sin precedentes nos despertó a la terrible necesidad de crear unidades que puedan lidiar con las cuestiones laborales que surjan», añade.
Una de las grandes críticas de los sindicalistas es la falta de normas claras para los trabajadores nucleares. Actualmente, los empleados, divididos según su calificación profesional y su edad, son contratados por cientos de empresas subcontratadas por Tokyo Electric Power (Tepco), operadora la planta de Fukushima. Varios trabajadores de esas empresas subcontratadas denunciaron el sistema de «comisiones» de las agencias de empleo temporal.
Como asignación especial, se agregan 90 dólares diarios al salario del personal temporal contratado para limpiar los desechos radiactivos y realizar trabajos de reparación. Pero según Hiroshi Goto, que trabajó en el reactor de Fukushima Dai Ichi, las empresas les deducen 50 por ciento de sus ingresos. «Es intolerable», explica Goto a la conocida revista mensual Sekai. Los trabajadores no saben reclamar mejores condiciones laborales a Tepco.
La presión sindical hizo que Japón fijara estándares estrictos de contaminación nacional. Esas condiciones harán que escaseen los trabajadores, pues muchos de ellos tendrán que dejar de trabajar para cuidar su salud. Las difíciles condiciones de empleo ya causaron un rápido descenso en el personal dispuesto a trabajar en Fukushima.
La mayoría de los 3.000 empleados de los reactores son residentes de la zona de Fukushima que perdieron su empleo en el sector agrícola por la contaminación del suelo, alerta Watanabe, concejal de Iwaki. «La mayoría son personas mayores que necesitan un trabajo para sobrevivir, y eso podría obligar a Japón a importar mano de obra para cubrir la inminente crisis», apunta.
En este contexto, el conservador primer ministro, Shinzo Abe, ha anunciado que los reactores nucleares se volverán a utilizar una vez que se haya confirmado su seguridad para que el país recupere estabilidad en el suministro de energía. En ese país, 30 por ciento del suministro eléctrico procede de la energía nuclear.
Mientras, casi 60.000 residentes de Fukushima siguen sin poder volver a sus hogares y sin perspectivas de poder hacerlo debido a los trabajos de limpieza. «Dos años después del colapso de Fukushima, todavía buscamos respuestas para allanar el camino hacia el futuro. La situación sigue siendo pesadilla para Japón», concluye el concejal Watanabe.