Entre el Arco del Triunfo y el barrio de la Defensa (con una frustrada intentona de ocupar los Campos Elíseos) ha circulado este domingo la multitudinaria manifestación contra el matrimonio homosexual, con cifras que bailan entre el millón y medio de personas que alegan los organizadores y las 300.000 que confirma la policía.
Con proclamas como «No toques el matrimonio, ocúpate del paro», los manifestantes (entre los que se encontraban destacados dirigentes de la conservadora UMP como Jean-François Copé o Henri Guaino y un destacamento del Frente Nacional, invitado para la causa) se han dirigido directamente a la ministra de Justicia, Christiane Taubira, responsable de la ley que lleva su nombre (Ley Taubira) y que fue aprobada por la Asamblea Nacional francesa el pasado 13 de febrero.
En concreto, la Asamblea aprobó el proyecto de Ley llamado «Matrimonio para todos», que concede a las parejas del mismo sexo el derecho a casarse y adoptar una vez que la norma pase el filtro del Senado el próximo 2 de abril y vuelva al Congreso antes de ser promulgada por François Hollande, Presidente de la República. La Ley Taubira obtuvo 330 votos a favor (de socialistas, verdes y el Frente de Izquierda) y 228 votos en contra.
Los opositores a esta norma, llegados para la manifestación desde parroquias, obispados, asociaciones y partidos conservadores de todas partes del territorio, aseguran que «la Ley Taubira cambiará completamente a la sociedad al negar la paternidad y la filiación natural». Con pancartas contra el «extremismo gay», dicen que la reforma de la ley «creará problemas psicológicos y sociales a los niños» que, según ellos, deberían imponerse al deseo de igualdad de los adultos homosexuales.
La del domingo es la segunda protesta de este tipo en la capital francesa, tras la marcha de enero que obligó a los diputados a frenar un proyecto de ley para que las parejas de lesbianas puedan acceder a la inseminación artificial.
Francia se revela con una gran fuerza homófoba que no impedirá al socialista Hollande cumplir su promesa de aprobar la Ley Taubira antes de junio gracias a la mayoría de socialistas del Parlamento. Para la ministra de Justicia, Christine Taubira «la nueva ley significa un cambio de civilización».
Violentos contra el matrimonio igualitario
Fuentes policiales han confirmado que más de una docena de manifestantes permanecen detenidos tras intentar saltar de manera violenta las barreras policiales que conducían a la manifestación por las avenidas de París y meterse en los Campos Elíseos a pesar de las prohibiciones. Según Manuel Valls, ministro de Interior, la manifestación «se les ha ido de las manos a los organizadores», refiriéndose a la presencia de grupos de extrema derecha.
La policía respondió con contundencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersarlos, pero se produjeron duros enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes «rosa», curiosamente, el color que identifica en Francia a los contrarios al matrimonio homosexual.
Para el jefe de la oposición de centro-derecha UMP, Jean-François Copé, la respuesta de las fuerzas de seguridad ha sido desproporcionada y ha asegurado que muchas familias han sido afectadas por los gases lacrimógenos. Copé asegura que nada de esto frenará las protestas y que piensan repetirlas hasta que se rechace la nueva Ley.
A pesar de que la mayoría (no aplastante, pero mayoría) de la población francesa está de acuerdo con la propuesta de Ley defendida por Hollande, no deja de ser un tema que abre un enorme debate en Francia porque afecta a las tradicionales instituciones francesas en su naturaleza misma.
Francia es prácticamente el único país de Europa en el que es obligatorio casarse con una ceremonia civil, incluso con penas de cárcel para aquellos sacerdotes que lleven a cabo una ceremonia religiosa en primer lugar y sin autorización. En otros países, sacerdotes, imanes y rabinos pueden celebrar sus ceremonias amparados por la Ley.
En un reciente estudio realizado por la Fundación Liberal de Expertos Tomás Moro, se señala que aquellas personas de España o Portugal, por ejemplo, que se oponen al matrimonio gay pueden seguir sin problemas casándose por la iglesia, tranquilos con la «sensación de que su matrimonio no tiene nada que ver con el matrimonio civil organizado por el Estado para acoger a las bodas entre personas del mismo sexo». Sin embargo, en Francia no hay tal separación. El matrimonio civil en Francia es obligatorio y, por lo tanto, si hay un cambio en el Código Civil que lo regula «todos los ciudadanos se van a sentir afectados».