«Hemos tomado la decisión de adaptar el ritmo de la reducción del déficit a la situación económica del país «ha dicho Michel Sapin. «Nuestra política económica no cambia, pero el déficit se reducirá más lentamente de lo previsto por las circunstancias económicas» y ha añadido que el horizonte es de un crecimiento muy débil y una inflación muy baja.
Según el plan fijado en ese presupuesto, el déficit público se reducirá del 4,4 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2014 a un 4,3 por ciento el año próximo, en 2016 se reducirá al 3,8 por ciento y en 2017 al 2,8 por ciento, por debajo de la meta impuesta por la UE del 3 por ciento.
La UE ya había ampliado en dos años el plazo límite para que Francia rebajara su déficit por debajo del 3 por ciento.
Según un comunicado del Gobierno «no se exigirán más esfuerzos a los franceses, porque el Gobierno -al tiempo que asume la responsabilidad fiscal necesaria para poner al país en el camino correcto- rechaza la austeridad».
Sapin, que ya había reconocido que el objetivo de déficit para 2015 era insostenible, ha dicho que las previsiones de crecimiento para ese año son del 1 por ciento, y que en 2017 llegará al 1,9 por ciento.
El objetivo es ahorrar 50.000 millones de euros de gasto público hasta 2017, un esfuerzo «sin precedentes» según el ministro, aunque a la vez ha admitido que el volumen total del gasto público aumentará en un 0,2 por ciento en ese mismo periodo de tiempo. Eso hará que la deuda pública crezca hasta el 98 % en 2016 para experimentar una ligera caída en 2017.
El déficit estructural, caerá menos de lo esperado y pasará del 2,2 por ciento del PIB en 2015 al 1,4 por ciento en 2017. Los defensores de la austeridad y el rigor presupuestario con Alemania a la cabeza,están decididos a llamar a Francia al orden de las estrictas reformas estructurales.
El presidente francés, François Hollande, espera que los países del sur, que no terminan de levantar cabeza, se pongan de su parte y proclamen que la austeridad a machamartillo es contraproducente para una recuperación frágil e inestable como la que experimenta la eurozona.