Esta industria «pesa mucho», recuerda el diplomático, que cifra en un 7% su aportación al PIB francés. El país galo es, de hecho, el tercero en términos de ingresos turísticos, por detrás de Estados Unidos y España. Es más, el icono francés por excelencia, la ciudad de París, repite año tras año como uno de los destinos favoritos de los turistas, independientemente de su nacionalidad. El año pasado el 40% de las personas que viajaron a Francia, lo hicieron para visitar la ciudad de la luz.
«París se vende solo», reconoce el embajador, que hace hincapié en que el país de los croissants es mucho más que su capital. «Tenemos que reivindicar otro tipo de turismo y desarrollar una imagen de Francia», ha explicado Bonnafont. Precisamente, conseguir promocionar el país en su conjunto es uno de los objetivos que se ha marcado el Gobierno de Françoise Hollande.
En efecto, no faltan atractivos al otro lado de los Pirineos. Los más sofisticados pueden acercarse a las playas paradisíacas de la Costa Azul mientras que los más atrevidos seguramente prefieran el litoral salvaje de la costa atlántica. Francia, además, cuenta con una atractiva oferta deportiva que congrega a numerosos aficionados de las disciplinas más variopintas y cuenta con un vasto patrimonio cultural. «Hay otros lugares patrimonio de la Unesco además de París», recuerda el embajador.
«Pero París no puede dormirse», advierte el diplomático, consciente de la rivalidad que existe con Londres por alzarse con el podio del viejo continente. Para Bonnafont hay cosas, como el transporte público, donde gana la capital francesa; mientras que Londres ha sabido adaptar mejor su oferta hotelera. Reconoce que la ciudad de la luz «se está quedando atrás» en su oferta de ocio nocturno, aunque sentencia: «Diga lo que diga el alcalde de Londres, París es líder en número de visitantes».
Con la vista puesta en Tahití
Francia llega este año a Fitur con 20 expositores, entre los cuales Tahití ocupa un lugar preferente. La isla más grande de la Polinesia Francesa cobra este año un protagonismo especial. Antes de la crisis, 6.000 españoles elegían cada año este destino para pasar sus vacaciones y ahora sólo lo hacen 2.000 supervivientes al tsunami económico. «Hemos ido con el freno echado en la promoción del turismo de ultramar», reconoce el embajador, pero asegura que es el momento idóneo para reactivar este «paraíso perdido, con muchos lugares por descubrir».
Las previsiones turísticas del Gobierno francés para 2015 no podían ser mejores y no hacen sino fomentar el optimismo del sector. «Nos vamos a beneficiar de la caída del euro y de la gasolina» augura Bonnafont. Además, esperan que este sea el año en el que el turismo francés se expanda, definitivamente, al público estadounidense y latinoamericano, unos turistas que cada vez miran más a Europa.
Para conseguirlo Francia tiene previsto centrar sus esfuerzos en fomentar el uso de las nuevas líneas de alta velocidad y en promocionar los nuevos museos como La Grande Philarmonie de Paris o el Museo del Vino de Burdeos. «España no es el único país del mundo que produce vino», bromea el embajador, que eso sí reconoce que es uno de sus mejores referentes. «Vemos con mucho interés la política de desarrollo turístico que ha puesto en marcha», asegura, consciente del «gran éxito» de nuestra estrategia económica.