François Hollande encargó a Gallois, antiguo jefe de la industria aeroespacial francesa, un informe en el que identificara los principales factores que están lastrando la economía del país. El resultado han sido unas páginas en las que la primera recomendación es aplicar un 'shock' de competitividad a Francia para «poner fin al despilfarro y apoyar la inversión».
El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, desveló este martes parte del contenido del informe en un seminario titulado «20 años después: ¿Cuáles son los nuevos retos del mercado único europeo?» al que asistieron Michel Barnier, comisario encargado del mercado interior y Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea.
Ayrault admitió que ha llegado el momento de adoptar medidas «fuertes» y anunció un pacto de competitividad de 20.000 millones de euros, que se financiará con una subida del IVA de entre el 19,6 al 20 % y una tasa intermedia que se aplicará a la industria gastronómica, entre otras del 7 al 10 %.
Gallois propone una rebaja de 30.000 millones de euros, en las cotizaciones sociales, el 1,5 % del PIB, que se ajusta a la petición que hace unos días los directivos de 98 de las mayores compañías francesas, hicieron llegar al presidente François Hollande. De esa cantidad 20.000 millones corresponderían a una bajada en las cotizaciones de las empresas y otros 10.000 millones a las de los trabajadores que cobren menos de 3,5 veces el salario mínimo.
En las 22 propuestas del informe Gallois se sugiere mejorar los incentivos a la exportación y a la creación de nuevas empresas. Un pacto de «motivación entre asalariados e industria» como el existente en diez países europeos, entre ellos Alemania, que podría llevar a los trabajadores al consejo de administración de las empresas de más de 5.000 empleados y formación continua garantizada.
Muchas de las medidas no costarán nada al Estado, la base de su implementación estará en el consenso y en un llamamiento a la «solidaridad» y el «patriotismo» de empresarios y trabajadores.
Una de las sugerencias que el gobierno no va a aceptar es la de la producción por fractura hidráulica de gas del subsuelo. Una medida que ya rechazó Sarkozy y de la que Hollande tampoco es partidario.