Naciones Unidas, (IPS) - La resolución, aprobada el jueves por el Consejo de Seguridad y respaldada por Francia, sobrevino en medio de una escalada de violencia en la capital centroafricana, Bangui, donde milicias cristianas han lanzado ataques reiterados, que han llegado incluso al Palacio Presidencial. Profesionales de la organización Médicos Sin Fronteras en Bangui confirman que había 50 cadáveres, con lo que la cantidad de víctimas en la capital asciende al menos a 98 personas.
La cadena británica BBC informó que una mezquita de uno de los barrios musulmanes de Bangui estaba llena de víctimas de los enfrentamientos. Y en Bossangoa, 300 kilómetros al norte de la capital, los incidentes continuaban en el exterior de una iglesia católica donde se estima que se refugiaron 35.000 cristianos.
Los efectivos locales dedicados al mantenimiento de la paz intentaron interceptar los ataques de las unidades Séléka –el grupo rebelde mayoritariamente musulmán que en marzo derrocó al presidente François Bozizé–, y sostienen que entre los refugiados hay hombres armados.
El contingente de Francia, integrado por 600 efectivos que ya están en el país, se duplicará durante el fin de semana. El presidente francés, François Hollande, ha anunciado en París que «inmediatamente» se daría inicio a las operaciones militares para dar seguridad a Bangui y a las principales rutas internacionales que se estima han usado 400.000 refugiados para escapar de la violencia. Sin embargo, como gran parte de los incidentes ocurren en áreas rurales, estas fuerzas no serían capaces de alcanzar todas las zonas en conflicto.
En la noche del jueves, Bangui aún estaba nominalmente bajo control de Séléka, pero los ataques a lo largo de todo el día por parte de milicias cristianas antibakala («antimachete» en la lengua local sango), supuestamente leales a Bozizé, tomaron por sorpresa a residentes y a fuerzas de paz.
Conscientes de la llegada inminente de las fuerzas francesas, las milicias quizás «querían aprovechar la oportunidad de atacar», dijo Thierry Vircoulon, director de proyectos para África Central del Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas. «Ahora todos están preocupados por los ataques nocturnos de los antibakala». Vircoulon sentencia que «los franceses esperaban tener que combatir a Séléka, pero ahora quizás deban enfrentarse también a los antibakala».
Tras la victoria de marzo, el líder de Séléka, Michel Yotodia, asumió el cargo de presidente interino. Pero cuando anunció en septiembre que el grupo rebelde se disolvería, comenzó un periodo de anarquía y de asesinatos.
El contingente de 2.500 soldados de paz africanos que actualmente se encuentra en República Centroafricana está limitado por falta de financiación y desorganización. Desde la toma de Bangui, el Séléka es acusado por grupos de derechos humanos y por la ONU de atacar a civiles. A pesar de una larga historia de conflictos después de la independencia, la República Centroafricana había permanecido relativamente libre de enfrentamientos religiosos que han azotado a otras naciones del Sahel. Mientras el Séléka se tambalea ante un contraataque concertado de milicias cristianas, hay temores de que también sufra represalias la cada vez más indefensa minoría musulmana.
Después de la votación en el Consejo de Seguridad, el representante de Francia, Gérard Araud, ha explicado a los periodistas que «el conflicto está adquiriendo un giro sectario, en el que recrudece la violencia entre cristianos y musulmanes». «En este contexto, la historia nos ha enseñado que lo peor todavía puede suceder y que el Consejo de Seguridad debe actuar», añadió. Una fuente cercana al Consejo que la decisión de no enviar una verdadera misión de cascos azules se debió en parte a la renuencia a financiar otro prolongado despliegue en el continente africano. En cambio, el foro mundial creará un fondo de países donantes.
En julio de 2014, cuando el Consejo de Seguridad revise la situación nuevamente, tendrá la opción de convertir a las tropas africanas en una fuerza de paz de la ONU si la inestabilidad continúa. A diferencia de la intervención francesa en Malí a comienzos de este año, se espera que la misión militar en República Centroafricana sea breve. Estabilizar el país podría requerir una presencia a largo plazo que ni Francia ni los países vecinos estarían dispuestos a ofrecer.
La decisión del Consejo de Seguridad también puede leerse como una muestra de confianza a la Unión Africana, que comandará a la fuerza regional, ahora llamada MISCA, e incrementará sus efectivos de 2.500 a 3.500. «Va de acuerdo con la actual tendencia de hallar soluciones africanas a los problemas africanos», explica Evan Cinq-Mars, analista del Centro Global para la Responsabilidad de Proteger. «Eso es algo que la Unión Africana quiere, y le interesa al Consejo de Seguridad».
Una misión similar, apoyada por París, se destinó a estabilizar la situación en República Centroafricana en 1997. En aquella ocasión, el Consejo de Seguridad aprobó un despliegue de acuerdo con el capítulo VII de la Carta de la ONU. Pero cuando Francia se cansó de sostener una prolongada misión, redujo sus operaciones, y el foro mundial debió enviar efectivos de urgencia para apoyar a las débiles fuerzas locales.
Para Cinq-Mars, «La República Centroafricana es víctima de la negligencia hasta que la intervención es inevitable». «Y esa es una estrategia que no puede continuar, porque estas intervenciones de último minuto cuestan más que efectuar una inversión significativa ahora para garantizar que es la última vez que el Consejo de Seguridad tiene que lidiar con una situación tan grave».