En una intervención cuidada en el fondo y en las formas, el único líder europeo que no se quiso sumar al Pacto Fiscal de la UE propone medidas más contundentes para salir de la crisis de deuda de la eurozona: más intervención del Banco Central Europeo, capitalizar el sector bancario y lograr un nuevo fondo de rescate. Pocas novedades que, en palabras de Cameron, querían sonar a soluciones mágicas.
Cuando se ha sabido que la economía británica se ha hundido en el último trimestre de 2011 y el Fondo Monetario Internacional anuncia unas previsiones más que pesimistas para el Reino Unido, el premier británico apela a la competitividad, «el talón de Aquiles» de Europa, ha dicho.
Hay que ser más audaces, ha pedido Cameron a sus colegas de la UE, completar el mercado único europeo y dejarse de pesadas cargas desde Bruselas para los negocios que solo destruyen empleo. «En nombre de la protección social, la UE promueve medidas innecesarias», sentenció.
Eso a nivel interno, pero el jefe del gobierno británico tiene ideas también de cara al exterior de Europa. Ante la realidad del fracaso de la Ronda de Doha para liberalizar el comercio mundial, hay que ser ambiciosos y buscar acuerdos con India, Canadá y Singapur, incluso negociar un comercio libre con África. Y Estados Unidos, claro. Un acuerdo de Europa con Washington «puede tener un impacto mayor que todos los demás acuerdos juntos».
Por cierto, la tasa de transacciones financieras que apoya Bruselas junto a París y hasta Berlín, para Cameron es «una locura» que puede costar medio millón de puestos de trabajo.