Los países del G7 (Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, Italia, Reino Unido y Canadá), se han encontrado en Marsella con nuevos desafíos de recuperación económica, déficit fiscales, deuda soberana, etc. Y no han sabido dar respuesta. «Tenemos que alejarnos de la idea de que sólo hay una solución para todos No es rigor contra crecimiento», ha dicho, el anfitrión, el ministro de Finanzas francés, François Baroin, al término de la reunión. El comunicado final de la cumbre ha encontrado la forma de salir del paso hablando de «equilibrio entre la reducción del déficit y el apoyo al crecimiento».
Sin varita mágica, los ministros del G7 recomiendan ambiciosas políticas fiscales, desarrollo de políticas monetarias a favor de la estabilidad de preciosy fortalecimiento de sistemas bancarios y mercados financieros.
Así que aplauden el plan del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para reforzar el crecimiento y el empleo mediante inversión pública e incentivos en materia de impuestos; pero también reconocen los esfuerzos de la UE para resolver la crisis de deuda; y las medidas fiscales que ha puesto en marcha Japón para reconstruir el terremoto y el tsunami del pasado 11de marzo. «Dada la todavía frágil naturaleza de la recuperación, debemos recorrer el difícil camino que comportan los planes de ajuste fiscal a la vez que se respalda la actividad económica, teniendo en cuenta las diferentes circunstancias nacionales».
Si algo ha quedado claro es que no faltará dinero a los bancos. El francés Baroin ha dicho que«los bancos centrales están listos para inyectar liquidez a los bancos que lo necesiten. Adoptaremos todas las acciones necesarias para asegurar la recuperación de los sistemas bancarios y de los mercados financieros».