Según la definición que la Comisión Europea hace de flexiseguridad, es una estrategia para modernizar el mercado laboral mediante dos vías que confluyen, la primera sería «la flexibilidad de los trabajadores que deben poder adaptarse a las evoluciones del mercado laboral y conseguir sus transiciones profesionales. Del mismo modo, debe favorecer la flexibilidad de las empresas y la organización del trabajo, con el fin de responder a las necesidades de los empleadores y mejorar la conciliación entre la vida profesional y la vida familiar».
La segunda, es la «seguridad para los trabajadores que deben poder progresar en sus carreras profesionales, desarrollar sus competencias y recibir apoyo de los sistemas de seguridad social durante los periodos de inactividad».
Sobre esa base, la UE recomienda desde 2007 aplicar la flexiseguridad en las estrategias nacionales, en los contratos de trabajo, el aprendizaje, las políticas activas del mercado laboral y la modernización de los sistemas de seguridad social para conceder ayudas que fomenten el empleo y faciliten la movilidad en el mercado laboral. Después la estrategia Europa 2020, que marca los objetivos de una Europa sostenible, verde e integradora para esa fecha, consagró el mismo principio.
La UE buscaba y busca con esa fórmula reducir la segmentación laboral entre fijos y temporales, conseguir cambios de empleo rápidos y permitir que el trabajador pueda disponer de posibilidades de formación permanente. Cuando se optó por recomendar este sistema, la crisis económica solo asomaba y, sin embargo, ya asustó a las organizaciones sindicales. En España, Comisiones Obreras ya apuntaba que la flexiseguridad facilitaba el despido sin que el segundo componente estableciera soluciones precisas.
Flexiseguridad a la española
En aquel momento, todavía España vivía su boom económico y el empleo no era ni mucho menos una preocupación, lo que importaba era la competitividad. En su contribución al Libro Verde europeo sobre flexiseguridad, CCOO afirma que «España es el país de la UE que más ha visto crecer su economía y la ocupación y que más ha reducido el desempleo en los últimos años de forma continuada. Pero al mismo tiempo es también el país que no consigue aumentar su productividad... El caso español ejemplifica que el problema no es de regulación laboral, ni de crecimiento, sino de modelo de crecimiento».
Cinco años más tarde de la publicación de aquel documento, la economía española esta irreconocible, sobre todo, en cuanto a la tasa de paro, que duplica la media de la UE. Bruselas (y Alemania) viene empujando desde hace años en la necesidad de aplicar reformas estructurales y la reciente reforma laboral era una exigencia a voces, que ahora se aplaude en Europa y se critica en España. La idea de flexiseguridad «sui generis» está introducida ahí.
Si bien la mayoría de los expertos se rinden a la evidencia de que el mercado laboral no acepta ya soluciones muy distintas, la preocupación general viene de que la protección social en España no está preparada para aplicar el concepto en su totalidad y puede quedar solo en una mayor facilidad de despido sin contraprestaciones. La cuestión es que el gasto de los países europeos en protección a la familia y al desempleo es el doble en Europa que en España y que la mayoría de experiencias europeas de flexibilización del mercado de trabajo se han acompañado de medidas compensadoras, sobre todo, para la población más vulnerable, que carece de redes de seguridad.
En declaraciones a euroXpress, Javier Wrana, profesor de Análisis Económico de la UE en la Universidad Rey Juan Carlos, afirma que «el problema en Europa es que se introducen elementos de flexibilidad solo por una parte, de modo que puede conducir a que haya más despidos, pero eso no se vea compensado con más empleo... Hay que dar pasos en ese camino, introducir elementos de flexibilidad no solo en la legislación, sino en la mentalidad.»
El ejemplo de Dinamarca
Esa mentalidad es la que tienen en Dinamarca, donde es muy fácil despedir, pero también es muy fácil contratar. En los países nórdicos, la flexiseguridad se ha instalado con distintas variables pero con resultados sorprendentemente buenos en todos los casos. «Hace 20 años teníamos sistemáticamente un desempleo superior a la media de la OCDE, pero ahora dos tercios de los parados encuentran trabajo antes de tres meses», decía el economista danés Tornen Andersen cuando se inauguró la presidencia semestral danesa de la UE.
En uno de los países con el mayor nivel de vida del mundo se despide a los trabajadores sin indemnización, solo con un preaviso de tres meses, el tiempo que tienen para buscar otro empleo, pero ahí está el Estado para proteger a quien lo necesite con subvenciones y formación. La mayoría de los salarios en Dinamarca se negocian entre empresa y empleado y solo una parte mediante convenios colectivos. El paro ronda el 6% y de los 2.200.000 trabajadores del país, más de 700.000 cambian de empleo cada año.
Flexiseguridad, como solución europea
Los ministros de Empleo de la UE, reunidos el pasado viernes en Bruselas, han vuelto a hacer un llamamiento a los Estados para que impulsen reformas de sus mercados laborales y contribuyan a crear empleo, con especial atención al desempleo juvenil, y reformen los sistemas de protección social nacionales «para garantizar su sostenibilidad financiera y adecuación, preservando el papel de los estabilizadores automáticos y animando a la participación en el mercado laboral».
La UE advierte del creciente peligro de pobreza y exclusión social en los 27 y Bruselas prepara para la primavera un nuevo paquete de iniciativas para crear puestos de trabajo y «mercados laborales dinámicos». En ese sentido, el comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Laszlo Andor, considera «muy urgente» aplicar «políticas de flexiseguridad que contribuyen a la transformación de los mercados laborales» e «invertir en retirar las barreras al mercado laboral que existen todavía».