Se repetían la final de Alemania 2011, pero esta vez en suelo canadiense y con un partido por delante que poco tendría que ver con aquel en el que Japón lograba el titulo en los penaltis frente a EE.UU. Los nombres propios eran los mismos pero el guión no podía imaginarse más diferente.
Siguiendo con el símil cinematográfico, a la estrella estadounidense Carly Lloyd no parecía importarle lo más mínimo el orden de las escenas y, junto al resto de su selección, prefería ir directamente a los diálogos, y sobre todo, a la acción.
No habían pasado 16 minutos de la final y en el marcador del BC Place ya figuraba una ventaja de 4-0 a favor de las norteamericanas. La protagonista Lloyd, no esperó para demostrar quién era la heroína americana de este film, y en el minuto 3 de partido estrenaba el marcador, al rematar un córner botado por Megan Rapinoe.
Sin apenas tiempo para ser conscientes de este gol, las japonesas no pudieron ser más que espectadoras del nuevo golpe asestado por Lloyd, que una vez más colocaba el balón en el fondo de la red defendida por Kaihori, para la que este partido se convertía poco a poco en una autentica película de terror. Lo que por un lado era un varapalo tremendo para las niponas, perdiendo por 2 goles en la final, por otro, al quedar aun todo el partido por delante, daba esperanzas al conjunto japonés.
No obstante, otra actriz del reparto norteamericano haría acto de presencia en el minuto 14, con un remate al borde del área tras rechace japonés. Hablamos de la jugadora estadounidense Holiday que aumentaba distancias haciendo el tercero. Tres goles en 14 minutos ya hacían las delicias de la afición estadounidense que abarrotaba el estadio convertido en pura celebración y fiesta. Pero el partido no había hecho más que empezar y si alguien pensaba que era imposible mayor sorpresa, tendría que esperar a ver como dos minutos más tarde, una futbolista, vestida a barras y estrellas, robaba un balón en el centro del campo y disparaba, sobre la cal que divide los dos campos, batiendo a Kaihori una vez más. Quien sino Lloyd, podría ejecutar semejante golazo, consiguiendo en apenas un cuarto de hora un hat-trick en una final de un Mundial.
Pudiera parecer que Japón estaba atenazada por los nervios en estos primeros compases de partido, o que se remarcara una inferioridad clara frente a EE.UU. Pero lo cierto es que no fue así. Japón no fue más que el adversario resignado a la evidencia de una selección de EE.UU. a la que todo le salía perfecto. Las japonesas aprovecharon los respiros cedidos por su rival para desplegar su característico juego de toque y paciencia que se verían obligadas a cambiar, en busca de verticalidad pura frente a la portería defendida por Hope Solo. Conseguían así, a través de un fantástico remate a la media vuelta de Yuki Ogimi, estrenar el casillero Japonés y lograr al menos cortar la racha norteamericana en esta primera parte.
Insistir en la actitud de la selección japonesa en esta final. Donde otras pudieran haberse rendido o decaído en sus esfuerzos, debido a lo abultado del marcador o la presión psicológica del escenario en el que se encontraban, la selección de Japón supo ser valiente y constante, en un alarde de coraje que enaltece los valores de este deporte y que nos hizo disfrutar de la competición hasta el término del partido. Y algo de premio obtuvo, pues Japón se acerco en el marcador a EE.UU tras un gol en propia puerta de Johnston en el 52'. La esperanza para las niponas crecía, y el gol parecía poder cambiar la tendencia del partido a favor de Japón que había recortado, no sin dificultad, a 2 goles la diferencia. Pero las estadounidenses no daban tiempo a predicciones y preferían zanjar la situación ampliando de nuevo distancias con un gol de Tobin Heath justo en la jugada inmediatamente posterior.
Las norteamericanas parecían invencibles, pero las japonesas pese a lo imposible de la misión no decaían y acecharon el área estadounidenses hasta el final, logrando que Hope Solo obtuviera también su cuota de protagonismo en esta final.
La selección de EE.UU. se lleva un mundial que la coloca como la primera potencia del fútbol femenino mundial con tres títulos. La subcampeona Japón se consolida también como una de las grandes, con su segunda final mundialista consecutiva. Mientras, Inglaterra se consoló con el tercer puesto logrado frente a Alemania que finalizaba cuarta este Mundial.
La heroína de la final Carly Lloyd consigue el Balón de Oro y Bota de Plata (empatada a goles con la jugadora alemana Celia Sacic, bota de oro por haber disputado menos minutos). Su compañera Hope Solo fue justamente galardona con el Guante de Oro. Francia recibió el premio al juego limpio de la FIFA y la futbolista de la anfitriona Canadá, Kadeisha Buchanan, a la mejor jugadora joven.
Este Mundial, se ha convertido en un evento de clara progresión ascendente, aumentando significativamente el seguimiento por televisión, la asistencia a los estadios y la repercusión mediática, sobre todo en los medios digitales y redes sociales. Esperemos que este hecho se traduzca en una mayor inversión en el futbol femenino mundial que lo coloque en la posición que se merece.
La próxima cita mundialista en su octava edición será en Francia 2019. Quizá el factor campo juegue más a favor de las grandes selecciones europeas, de forma que alguna de ellas, quien sabe, pueda regalarnos la imagen de unas futbolistas europeas levantando el titulo en tierras galas.