Al contrario de lo que ocurrió con los movimientos separatistas violentos en Irlanda y el País Vasco, Escocia y Cataluña son un ejemplo de independentismo pacífico, que cada día consigue más adeptos, según la agencia de noticia Reuters. En el caso catalán el 50 por ciento de la población apoya la independencia, en Escocia una tercera parte, pero los expertos creen que puede aumentar conforme se acerque la campaña electoral.
Los partidos políticos nacionales de España y Gran Bretaña intensifican su postura para evitar que los grupos nacionalistas consigan la victoria, aunque algunos analistas creen que un esfuerzo coordinado podría agitar a los electores de Cataluña y Escocia. Fiona Hill, ex miembro del Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, y responsable de Asuntos Europeos de la «Brookings Institution» de Washington, «ni Londres ni Madrid parecen darle importancia a todo lo que está pasando, y hablamos de unos de los países más viejos de Europa, que podrían desmembrarse».
Los grupos pro-independencia, por su parte, señalan que responsables políticos de otras «nacionalidades» europeas se han interesado por sus propuestas. En Bruselas, los partidos mayoritarios en Cataluña y Escocia están peparando una especie de alianza con los partidos flamencos. En Córcega, tras muchas décadas de violencia, tienen una mayor autonomía que otras regiones francesas. En Italia, la Liga Norte defiende la separación de la industrializada «Padania» en contraposición al empobrecido sur.
El movimiento independentista escocés y catalán, defiende que hay una «tendencia global que se mueve en esa dirección desde hace tiempo», señala la pro-independentista, Fiona Hyslop, Secretaria de estado escocés para asuntos exteriores. En ese sentido recuerdan que el número de países del mundo casi se ha triplicado desde 1945 Primero fueron los estados africanos y asiáticos y con la caída de la Unión Soviética, se crearon nuevas naciones a lo largo de Europa del Este y Asia Central.
David Lea, analista de Europa Occidental de Control Risk asegura que «pase lo que pase en las consultas populares, estos movimientos van a tener un impacto, van a conseguir un efecto llamada». Por eso el debate se extiende a otros países. Rusia y China lo siguen especialmente de cerca con poblaciones de minorías descontentas y creen que la desintegración de un Estado europeo podría alimentar el sentimiento separatista de sus regiones. Según Reuters, funcionarios británicos y escoceses han recibido consultas de sus colegas estadounidenses. De momento Washington no está demasiado preocupado pero sí interesado, ante la posibilidad de que dos importantes aliados de la OTAN puedan cambiar su configuración radicalmente.
Para los analistas, la crisis económica ha reforzado las históricas tesis de los independentistas. Escocia siempre ha defendido que es un país independiente en el Reino Unido y Cataluña ahonda su autogobierno en la Edad Media, antes de la formación del actual estado español. David Lea, analista de Europa Occidental de «Control Risk», señala que «parte de esas reivindicaciones se han reforzado por la crisis, pero hay otros factores, como la importante presencia de medios de comunicación social, la infelicidad, la desconfianza hacia los gobiernos centrales y su posible nuevo status quo».
Hasta ahora nadie sabe que significaría en la práctica si sucede lo inesperado, y Escocia y Cataluña votan por la independencia. A nivel económico muchos se preguntan si los escoceses podrían seguir utilizando la libra esterlina y los catalanes el euro. Otra incógnita, en el caso de Escocia, es que pasaría con sus recursos naturales y como afectaría el control de sus aguas territoriales a la explotación del crudo del norte. Eso obligaría a negociar los ingresos con el Reino Unido.
En todo caso, si ganan los referendos, el gobierno español ha negado la posibilidad de convocarlo, los independentistas quieren permanecer en la Unión Europea. La mayoría de expertos creen que Madrid y Londres podrían intentar bloquearlo, pero sería un tema temporal. Ante esa negativa la escocesa Fiona Hyslop, apunta que «muchos países que no eran independientes hace 20 años, han obtenido su independencia y ahora son miembros de pleno derecho de la Unión Europea».
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