Del Parlamento Europeo al Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona (CIDOB)
Elina Viilup nació en Tallinn (Estonia). Licenciada en Lengua y Literatura Inglesa, y en Administración Pública por la Universidad de Tartu (Estonia). Tiene un Máster en Estudios Europeos Avanzados por la Universidad de Basilea (Suiza) y un Posgrado en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la Escuela Diplomática de Estonia. Inició su trayectoria profesional como consultora y consejera en el ámbito de la política de comunicación de la UE y las cuestiones de ampliación en la Delegación de la Comisión Europea en Tallin (Estonia). Ha sido consejera para varios organismos del Parlamento Europeo. Vive en Barcelona desde hace 3 años, y trabaja como Investigadora Principal en el CIDOB.
¿Cómo decide venir a nuestro país y vivir en Barcelona?
Elina Viilup- Fue una decisión por razones personales. Mi marido es de Barcelona y como todos los barceloneses está convencido de que es el mejor sitio en el mundo. Consiguió convencerme de dejar mi puesto en el Parlamento Europeo. Mi condición para moverme a Barcelona era que encontrase un trabajo que me gustara. Por casualidad, CIDOB había abierto un puesto para una investigadora en temas Europeos y participé en la convocatoria abierta. En 2010 nos trasladamos juntos a Barcelona.
eXp.- ¿Cuáles son las mayores diferencias que ha encontrado entre su país y el nuestro?
EV- Sería casi mejor preguntar en qué se parecen. La única cosa que se me ocurre es que ambos son periféricos. Nuestros países se encuentran en los dos extremos de Europa. Por tanto, no es muy sorprendente que sean muy diferentes y que los españoles y los estonios se conozcan muy poco. Por ejemplo, en Estonia se sabe muy poco de la gran diversidad cultural que hay en España. La imagen dominante es la de una España de toros, de vino tinto, de flamenco, de sol y de paella, pero también de gente que trabaja poco y hace mucha siesta. Un imagen en general positiva, diría yo, pero en nada acorde con la realidad de España. Por otro lado, los españoles agrupan a Estonia en el grupo de «Este», lo que también significa un número de simplificaciones y prejuicios asociados.
Lo que más me gusta de España, en comparación con Estonia, es la calidad de los servicios públicos, como la sanidad, los transportes y centros deportivos baratísimos. Lo que más me gusta de Estonia es el predominio de la educación pública, la digitalización, la mayor movilidad social, la clara separación del Estado y la iglesia, y también un ambiente político más consensual.
eXp.-Repasando la historia de Estonia, ha sido especialmente conflictiva con sus vecinos, muchas invasiones han marcado su creación como Estado y Sociedad.
EV- Sí, desde las cruzadas bálticas de las órdenes teutónicas en los siglos XII y XIII, Estonia ha sido objeto de diversas invasiones, acabando con la ocupación por la Unión Soviética en el siglo XX. Estonia es una pequeña nación que se encuentra en la frontera del Oeste y el Este y, como tal, ha sido militarmente importante. Por ejemplo, Pedro I conquistó el territorio donde ahora se encuentra Estonia a principios de siglo XVIII, como parte del proceso de apertura de Rusia hacia el Oeste.
Al igual que en términos geográficos, los estonios se encuentran culturalmente entre el Oeste y el Este. Durante 600 años formamos parte de la cultura germana - hasta principios del siglo XX, la clase terrateniente (la clase noble feudal) era germanófila. La reforma luterana condujo a la traducción de la Biblia a la lengua vernácula y fue la raíz de una temprana alfabetización masiva. Con la ocupación sueca en el siglo XVIII, llegó el inicio de la escolarización de toda la población, no sólo para los nobles. El idioma que hablamos se parece mucho al finlandés.
eXp.-Cómo vivió la independencia de Rusia, era muy pequeña, supongo que la ha estudiado posteriormente.
EV- La verdad es que no era tan pequeña. El año que se independizó Estonia, tenía 14 años. Participé con mis padres en las protestas pacíficas entre 1989 y 1991 que finalmente llevaron a la independencia. Lo viví todo muy intensamente.
eXp.-Viviendo en Cataluña, ¿le piden consejo para su proyecto independentista?, ¿cuál es su análisis de la situación catalana?
EV- No me piden el consejo pero sí una comparación de las experiencias. Explico siempre que no se pueden comparar las circunstancias. La independencia de Estonia se produjo dos veces durante el siglo XX – primero (en 1918) en el contexto del fin de la Primera Guerra Mundial y segundo (en 1991) en el contexto específico de la disolución de la Unión Soviética. Seguramente España no es perfecta, pero no es un estado totalitario represivo como lo era la Unión Soviética, así que se debe poder solucionar las tensiones y los conflictos de una manera democrática. El gobierno central y los catalanes no se entienden y parece que no hay ninguna voluntad de escucharse mutuamente. Lo que yo veo en la calle es que cada vez hay más y más catalanes que tienen dificultades en reconocerse en el proyecto del Estado español, y esto no es culpa del populismo de los partidos catalanes sino, en mi opinión, de la falta de una visión común de una España democrática en toda su diversidad.
eXp.-Estonia entró en la UE hace 10 años y hace 3 se incorporó al Euro, ¿están contentos con su integración europea?
EV- Sí, mucho. Estonia es ahora un de los países miembros más europeístas. El 80% de la población apoya la pertenencia a la UE y el apoyo ha ido creciendo desde el acceso. Cuando Estonia accedió a la UE, la población era bastante escéptica pero el sí ganó el referéndum con un 66,83 % (33,17 % en contra, con una participación del 64,06 %).
eXp.-Ha sido consejera para el Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo en ámbitos muy diversos, incluidas las relaciones bilaterales de la UE con sus socios del Este y la Federación Rusa, ¿qué lección podemos aprender de la actual situación en Ucrania?
EV- La relación de la UE con Ucrania ha sido muy delicada desde la pérdida de las ilusiones después del fracaso de la revolución naranja. El presidente ucraniano Yanukóvich estaba llevando a cabo un complicado ejercicio de equilibrio entre la UE y Rusia, y era cada vez más reticente a seguir las prescripciones de la UE. Antes de la cumbre en Vilnius donde estaba prevista la firma de un tratado entre Ucrania y la UE, los líderes de la UE se encontraban frente a «un dilema imposible», según James Sherr que es un de los mejores especialistas de la región en el oeste de Europa.
La elección era entre dos opciones. Firmar el acuerdo - la opción que la UE ha elegido finalmente - lo que significaba que a Ucrania se le hubiera permitido seguir manipulando las reglas y normas de la UE como hasta la fecha. O no firmarlo, consignándola a un futuro más autoritario y a una dependencia más profunda de Rusia. Bajo la presión rusa, Yanukóvich decidió no firmar el tratado de asociación con la UE, - lo que provocó las protestas en la calle que siguen todavía, aunque las razones de su continuidad ya van más allá de un futuro europeo de Ucrania.
eXp.-Que debería aprender la UE de esto?
EV- Para mi la lección más importante es que la UE no debería subestimar el poder normativo que tiene en su vecindad. Aunque la Unión ha perdido relevancia en el ámbito global y ve limitado su poder de influir en los gobiernos autoritarios vecinos, su modelo de sociedad sigue siendo atractivo para la gente de la calle. La segunda lección está conectada con la primera. Si la Unión Europea no sigue sus valores comunes en su política exterior – no tiene nada. La prioridad para la UE en las relaciones con sus vecinos tienen que ser los ciudadanos. La UE ya se está moviendo en esta dirección con el Endowment for Democracy, pero la Unión tiene que hacer todavía más para ayudar a las poblaciones en vez de tener relaciones de connivencia con regímenes autoritarios. La tercera lección está también relacionada con las anteriores: los factores domésticos son muy importantes y conviene entender muy bien los procesos internos en el momento que se toman las decisiones. La cuarta lección es que la capacidad de influir y ejercer condicionalidad de la UE se ve debilitada si hay ofertas alternativas con beneficios concretos y a corto plazo, como la oferta de Rusia respecto a las tarifas del gas y a un préstamo importante. Y la quinta lección es muy sencilla – no se puede olvidar el factor ruso en el este de Europa. Esto no significa que la UE tenga que complacer a Rusia. Todo lo contrario – la UE necesita entender los motivos de la actuación de Rusia en la región -que considera parte de su esfera de influencia- para dotarse de las herramientas y los medios adecuados.
eXp.-Su último artículo publicado en CIDOB, «Buscando la Democracia Europea» concluye que la Democracia en Europa ya no es una utopía, como antes parecía, ¿lo creerán los ciudadanos europeos e irán a votar mayoritariamente en las próximas elecciones de mayo? Además de este asunto, ¿qué otros temas europeos le preocupan especialmente?
EV- No quería decir exactamente esto. Desde mi punto de vista, estamos viendo el inicio de un demos europeo con valores comunes pero estamos muy lejos de una democracia europea. Estos valores comunes, llamados cosmopolitas, no significan una mayor popularidad de las instituciones europeas. Todo lo contrario, estamos viendo una verdadera crisis política -hay un auge importante de desconfianza en las instituciones políticas en casi toda Europa, tanto a nivel nacional como europeo. Estas elecciones ofrecen algunos cambios importantes, como la elección de candidatos para liderar las campañas de los partidos políticos (el ganador sería el nuevo presidente de la Comisión), lo cual incrementa la visibilidad de la campaña. En mi opinión, esto no será suficiente para acercar las instituciones europeas a la ciudadanía y por eso es muy dudoso que veamos un incremento importante de participación en las próximas elecciones. Además, como los poderes de la Comisión no crecerán con la ambición política, el ganador se verá muy limitado en sus acciones, lo que significará seguramente una desilusión. Un tema que me preocupa mucho son los ataques contra lo esencial, que es el proyecto europeo en sí, como por ejemplo el libre movimiento de los trabajadores que estamos viendo ahora en el Reino Unido pero también en muchos otros países.