Nikki Sinclaire, una eurodiputada escéptica británica, ha denunciado una práctica que dice común entre sus compañeros del Parlamento europeo. Ir los viernes supuestamente a trabajar, cobrar la dieta de 300 euros que les corresponde, y marcharse.
Tomó como ejemplo el viernes, 21 de enero. Ese día fueron a las sedes parlamentarias 160 eurodiputados, de los 736. Asegura que 25 salieron al poco tiempo de haber entrado en las instalaciones.
Sinclaire dice que es una práctica corrupta. «Las reglas son claras: un europarlamentario puede cobrar su dieta solo cuando asista a reuniones oficiales. Y no había ninguna de ese tipo el viernes 21»
Los eurodiputados cobran 94.200 euros anuales, dietas aparte. Por acudir a las sesiones de Estrasburgo ingresan unos 40.000 euros en gastos extra. Si además ficharan todos los viernes, cuando en el Parlamento ya no se trabaja, añadirían otros 11.000 euros al año.
La denunciante asegura que es una práctica habitual entre diputados de todos los grupos y todas las nacionalidades. Para confirmar su denuncia, colaboró con el diario News of the world, que grabó a los eurodiputados que fichaban a primera hora de la mañana y a continuación se marchaban.
La prueba más visible ha quedado con la imagen de la parlamentaria Eider Gardiazabal, la única española señalada por Sinclaire, que fichaba poco antes de las 10 de la mañana y a las diez y media estaba en el aeropuerto. Gardiazabal asegura que ese día estuvo trabajando pronto en la sede de la Eurocámara y después cogió un avión con destino a Bilbao para participar en una reunión. Aun así, advierte «que nadie que firma un viernes incumple ninguna ley».