Europa quiere suprimir las dudas sobre el euro y su papel como causante de todos los males de la economía mundial y la cumbre del G8 es el escaparate adecuado. Cuando el «mensaje Hollande» sobre el crecimiento se ha instalado en la cabecera de todos los documentos europeos, es hora de darle la publicidad adecuada.
En un comunicado previo, ya lo anunciaba el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso: «La UE llegará al G8 con un mensaje claro: Europa está decidida a mantener el rumbo firme y a continuar su estrategia general para la salida de la crisis y el retorno al crecimiento».
Más mensajes en la misma línea del presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy: «La UE está plenamente comprometida en el proceso del G-8 y está dispuesta a contribuir en todos los temas de la agenda, en particular apoyando un crecimiento sólido y la creación de empleo en nuestras economías».
Este jueves, Barroso, como prólogo a la cumbre, ha insistido en el lavado de cara de la eurozona, en Nueva York, donde ha intervenido ante la Asamblea General de la ONU. Barroso ha relatado «el correcto camino» que la UE ha desarrollado para combatir la crisis a base de programas de estabilidad y de reformas estructurales para ganar competitividad y ha dicho que ahora «la clave es el crecimiento sostenible», para lo que se necesitan inversiones.
En su discurso, en el que no se ha mencionado a Grecia, ni a España, su defensa de la moneda única ha alcanzado tintes más solemnes, cuando ha dicho que «el euro es mucho más que una mera construcción monetaria, es el producto de un proyecto de paz... y todos los Estados, instituciones, incluido el Banco Central Europeo, vamos a hacer lo necesario para superar los actuales desafíos».
Por su parte, los líderes europeos han mantenido una reunión por videoconferencia para preparar la cumbre y, según ha informado la presidencia de Francia, ha habido «una gran convergencia de puntos de vista». El G8 está integrado por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania, Japón y Rusia. Los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea también participan en la cumbre.
Estados Unidos, que ha seguido una política de estímulos económicos opuesta a la practicada en la eurozona, acogerá de buen gusto el nuevo mensaje que ha provocado en Europa el «efecto Hollande», aunque el presidente Obama no pueda exhibir tan buenos resultados de crecimiento rápido como esperaba.
En una entrevista publicada el jueves por el diario USA Today, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se confesaba «alentada» por el debate abierto en Europa por Hollande para introducir políticas de crecimiento y no solo de austeridad. Clinton ha recordado que «Estados Unidos lleva meses recomendando a la UE «que se hagan modificaciones a la mera austeridad para que pueda haber crecimiento, tanto por razones económicas como políticas».
Aunque la crisis de la eurozona marcará el eje de la cumbre, la agenda de Camp David incluye otros asuntos relativos al comercio mundial, la acción por el clima y la seguridad alimentaria, además de los conflictos internacionales, como Siria o Irán.