En los últimos diez años, el reciclaje y el compostaje se han convertido en palabras de uso común en las conversaciones de los europeos pero no tanto en acciones cotidianas. La mayoría de los países de la UE siguen volcando sus residuos en vertederos, el lugar al que llega el 37% de los casi 500 kg de basura que genera cada europeo al año. De ahí, que apenas un 25% se recicla y el 15% se convierte en abono (compost). Aproximadamente el 20% restante se quema para conseguir energía.
Con estos datos parece complicado cumplir con la Directiva Marco de la UE/2008 que obliga a reciclar al menos el 50% de los residuos domésticos para el año 2020. Esa ley habla de la necesidad urgente de crear una «sociedad del reciclado», que a todas luces no ha calado por igual entre los miembros de la Unión.
Son pocos los países de la Unión Europea que cumplen las normas. Según Eurostat, la tasa global de reciclado en la UE es de un 25%, mientras que Alemania (45%), Bélgica (40%) y Eslovenia (39%) están más cerca de alcanzar los objetivos y han eliminado casi todos sus vertederos sustituyéndolos por plantas de incineración, reciclaje y compostaje. Muy lejos de la tónica general y de los peores ejemplos de Rumanía, Bulgaria y Malta que, prácticamente, envían toda su basura a basureros sin separación ni clasificación de residuos.
El informe añade que países como Grecia, Irlanda, Portugal y España vuelcan a sus vertederos más del 50% de la basura que generan. Teniendo en cuenta la situación financiera en la que encuentran quizá están subestimando el valor de lo que tiran ya que una buena gestión de los residuos no solo es vital para el medio ambiente, si no que también es un valioso recurso si se previene, se reutiliza y se recicla adecuadamente.
Hábitos de derroche
La UE ha sido muy criticada entre las ONG medioambientales por sus malos hábitos en la gestión de residuos.
Un estudio reciente elaborado por la organización ecologista Amigos de la Tierra Europa, asegura que los europeos son especialmente descuidados con los textiles usados y que un 75% de las casi 6 millones de toneladas desechadas al año acaban en un vertedero. En el mismo estudio señalan que «Europa está todavía atrapada en un sistema que usa materiales valiosos, muchos de ellos con un alto coste ambiental y social, y que acaban en vertederos o en incineradoras».
El estudio pide una regulación más estricta sobre el uso de los vertederos y de la incineración y metas más altas de reciclaje que pasan por fortalecer la hoja de ruta de la Estrategia Europa-2020 en materia de prevención, formación, nuevos procesos de fabricación, etc
Las cuentas de los residuos no salen
El pasado febrero, el Tribunal de Cuentas Europeo llamó la atención a la UE por la «limitada» efectividad que habían tenido los 10.800 millones de euros que han invertido en las infraestructuras de gestión de residuos durante el periodo 2000-2013.
El informe llegaba a la conclusión de que «aunque en prácticamente todas las regiones seleccionadas se observaron mejoras en la gestión de residuos, la eficacia de la financiación estuvo limitada por la deficiente ejecución de las medidas de apoyo». Se refiere el informe, sobre todo, a la errática dinámica de recogida selectiva que en muchas de las regiones analizadas ni siquiera ocurre. Sólo una cuarta parte de las regiones ha aumentado significativamente su tasa de recogida selectiva, con la consiguiente reducción del vertido de residuos pero en general, se vierten sin tratamiento o con un tratamiento deficiente.
«Los europeos están consumiendo más y produciendo más basura», asegura Ovidiu Ispir, autor del informe en la presentación del texto. «La Directiva sobre residuos de la UE exige que los Estados miembros traten y eliminen los desechos sin riesgo para el agua, el aire y el suelo y sin causar problemas de ruido ni olor. Y, como se puede ver en nuestro informe, esto no se está haciendo», agrega.
El problema identificado por el informe es que las subvenciones de la UE no garantizan la utilización de medidas complementarias, como campañas de información, rediseño de procedimientos administrativos, uso de incentivos financieros o sanciones, que han logrado mejorar objetivamente la gestión de residuos en algunas zonas.
Las cifras huelen
Los datos publicados por Eurostat para el año 2011 son los siguientes:
Los Estados miembros con mayor porcentaje de residuos depositados en vertederos municipales fueron Rumanía (99%), Bulgaria (94%), Malta (92%), Letonia y Lituania (ambos 88%).
Los porcentajes más altos de residuos incinerados se encontraban en Dinamarca (54%), Suecia (51%), Bélgica (42%), Luxemburgo y los Países Bajos (ambos 38%), Alemania (37%), Francia y Austria (ambos 35%).
El reciclaje era más común en Alemania (45% de los residuos), Irlanda (37%), Bélgica (36%), Eslovenia (34%), Suecia (33%), Países Bajos (32%) y Dinamarca (31%).
Las mayores tasas de compostaje de residuos municipales fueron Austria (34%), Países Bajos (28%), Bélgica y Luxemburgo (ambos 20%), España y Francia (18%).
El reciclaje y el compostaje de los residuos municipales en conjunto representaron más del 50% de los residuos tratados en Alemania (63%), Austria (62%), Países Bajos (61%) y Bélgica (57%).
Hacia la sociedad del reciclado
Según uno de los últimos estudios de la UE, el uso de recursos naturales se cuadruplicará para 2050 en todo el mundo y, con el actual ritmo de agotamiento, el planeta no puede satisfacer la demanda de recursos naturales por sí solo.
Países en desarrollo, economías emergentes, incluso los nuevos Estados miembro de la UE tienen todavía mucha infraestructura por construir y muchos recursos por consumir, agua, madera, minerales y combustibles fósiles que tendrán un impacto variable en el medio ambiente.
Sin embargo, la Comisión Europea asegura que el crecimiento económico ambientalmente sostenible no se puede garantizar simplemente reduciendo la cantidad de recursos utilizados. La idea de una «sociedad del reciclado» es parte de una estrategia más amplia que incluye políticas sobre consumo y producción sostenibles, medidas para que las empresas vean los desafíos medioambientales como oportunidades económicas, y políticas específicas sobre los productos que busquen minimizar el impacto ambiental en todo su ciclo de vida, desde la extracción de los recursos naturales, fabricación, montaje, distribución, venta y uso, hasta su consideración final como residuo.
El 12 de diciembre de 2013 se cumple el plazo para que la UE establezca sus programas sobre prevención y gestión de residuos que propone la Directiva Marco de la Basura.
Un documental sobre el basurero global
El actor Jeremi Irons, en colaboración con la directora británica Candida Brady, ha producido y narrado el documental TRASHED. La cinta ha sido rodada, con palabras de sus creadores, «para descubrir el alcance y los efectos del problema de los deshechos a nivel mundial, mientras viajamos por los destinos más bellos y enfermos de polución».
TRASHED, Pase Especial en el Festival de Cannes 2012, retrata las cloacas de nuestro Estado de Bienestar y hace responsable al ciudadano de muchos de los males ambientales que le afectan. Con palabras del actor/productor Jeremi Irons en una entrevista concedida a The Guardian en la presentación del documental, «la basura es un problema de todos y de todos es la responsabilidad. En estos momentos tenemos más información que nunca y deberíamos estar enfadados y algo avergonzados de nosotros mismos. Pero son los representantes a los que votamos los que deben hacer las cosas por las que les votamos».
En la página web del proyecto TRASHED/NO PLACE FOR WASTE se pueden consultar los más de 80 estudios científicos publicados que han servido de documentación indispensable para la película. Para la directora Cándida Brady han sido dos años de producción y rodaje en los que ha descubierto cifras escandalosas. «Cada año se tiran 58.000 millones de vasos desechables, 200 millones de botellas de agua, miles de millones de bolsas de plástico y miles de millones de toneladas de desechos domésticos, desechos tóxicos y desechos electrónicos. Los compramos, los usamos, los tiramos y los ignoramos», reflexiona en la web, «de cómo cambiemos algunos de nuestros hábitos dependerá nuestra supervivencia», añade.