El museo holandés reabre sus puertas una década después
Después de más de 10 años de obras y polémicas, el Rijksmuseum de Amsterdam entra, remodelado y con nueva filosofía, al siglo XXI gracias al trabajo de un estudio de arquitectos español. El museo más importante de Holanda reabre sus puertas tras haberse sometido a la primera y más grande remodelación de su historia en la que tanto el edificio como las colecciones han sido «repensados y reorganizados». La mano maestra, que ha enfrentado un trabajo de este calibre, es un estudio de arquitectura español, el del sevillano Cruz y Ortiz.
El museo original, un edificio romántico-gótico del arquitecto holandés Pierre Cuypers, terminado en 1885, «era un edificio laberíntico y oscuro, e incapaz de asumir el número de visitantes que recibía», ha comentado uno de los arquitectos del proyecto.
Ahora se ha convertido en un museo con 30.000 metros cuadrados de superficie, con una entrada luminosa, 80 salas de exposición, cerca de 2 km de recorrido, una biblioteca de 5 km cuadrados, restaurante, dos cafeterías y más de 14.000 metros cuadrados de jardines. La disposición de las habitaciones y la decoración del interior ha sido confiada al francés Jean-Michel Wilmotte, conocido por su trabajo en el Louvre. El coste del proyecto, 375 millones de euros, financiado en gran parte por el Gobierno de Holanda, con la aportación del propio museo.
«El Rijksmuseum está escribiendo una nueva página en su historia», ha asegurado a la prensa el director del museo, Win Pijbes. Y es que además del edificio, el Rijksmuseum también ha actualizado su colección permanente. «Todo ha cambiado de lugar excepto una cosa, 'La ronda de noche'», explica Pijbes, la obra más famosa del pintor holandés Rembrandt (1606-1669), un lienzo monumental de 3,8 metros de altura, 4,5 metros de ancho y 337 kg. que permanecerá en su lugar original, su propia sala, el Salón de la Ronda.
Una colección como un viaje en el tiempo
Del millón y medio de piezas que guarda el museo, se han seleccionado 8.000 para ser dispuestas de manera que ofrezcan un viaje cronológico por la historia del Arte de los Países Bajos, desde la Edad Media hasta el siglo XX. «Hemos renovado completamente el edificio, pero también su aire y su luz. En diez años hemos podido reinventar nuestra colección y recrear el mundo y las sensaciones que aquellos artistas vivían», ha explicado Taco Dibbit, responsable de Colecciones del museo.
La mayor innovación es, de hecho, la manera en que se presentan y organizan obras de arte: no se trata de esculturas, pinturas y muebles en diferentes habitaciones, si no que estas artes decorativas acompañan a las telas como si las salas fueran «ventanas a su tiempo». Así, las primeras pinturas de Rembrandt, están acompañadas por un gabinete de ébano y roble, fabricado por uno de sus amigos, Herman Doomer, una ostra en forma de cuenco fabricado por otro amigo, Jan Lutma, y un retrato del poeta Constantijn Huygens, quien escribió sobre Rembrandt.
Del mismo modo, una sala dedicada a la historia del país como potencia naval, contiene un modelo enorme del buque de guerra holandés «Rex Willem» y un trofeo de guerra: el tallado de la popa del barco «Royal Charles», de bandera inglesa, capturado por los holandeses en 1667.
La Galería de Honor –donde se exponen las obras maestras mundialmente conocidas de Rembrandt, Vermeer, Frans Hals o Jan Steen– y las 30 salas dedicadas al Siglo de Oro del arte holandés constituyen el corazón del museo.
Un museo para bicis y visitantes
Entre los variados rompecabezas arquitectónicos a los que se ha enfrentado el estudio español encargado de la obra, estaba el manteniendo un carril bici a través de la planta baja del edificio, utilizado a diario por miles de holandeses, como paso estratégico entre el centro y el ensanche de la ciudad. Es más, el proyecto estuvo bloqueado durante años por las protestas de la Federación de Ciclista de Amsterdam, que rechazaba el proyecto inicial porque no tenía en cuenta este carril de bicicletas.
La inauguración, este sábado, será una de las últimas citas oficiales de la Reina Beatriz antes de que abdique, haciendo gala del arte de su país, su rica historia como potencia naval y su próspera sociedad de comerciantes.
«Creo que la belleza puede dormir por mucho tiempo, pero cuando se despierta, se despierta para siempre, y esta vez, es toda una fiesta», explican ilusionados los responsables del museo.
El Rijksmuseun de Amsterdam espera que esta reforma les ayude a aumentar su número de visitantes, hasta alcanzar los dos millones de entradas al año.