Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se han reunido para decirle una vez más a Muamar el Gadafi que deje el poder y han reconocido al opositor Consejo Nacional Libio, como «interlocutor político» como reclamaban Francia y Reino Unido.
Los líderes europeos se han comprometido a examinar todas las «opciones necesarias» para proteger a la población civil de los ataque de los mercenarios de Gadafi y de las incursiones aéreas.
A su llegada a la cumbre, el presidente francés Nicolás Sarkozy, anunció que su país está preparado «para llevar a cabo acciones selectivas» contra el régimen de Gadafi si este «recurre a armas químicas o a la aviación contra ciudadanos pacíficos». Es la primera vez que en este conflicto se habla de armas químicas. Según algunas fuentes, no parece descabellado pensar en ellas.
París y Londres llevan días trabajando conjuntamente en un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que imponga una zona de exclusión aérea sobre territorio libio para evitar bombardeos aéreos de Gadafi sobre la población. Sin embargo, la declaración final de la reunión de este viernes en Bruselas no menciona ese punto. Recoge la decisión de considerar interlocutor político al rebelde Consejo Nacional de Transición con sede en Bengasi y solicita que Gadafi deje el poder.
Por su parte Ángerla Merkel, ha querido dejar claro su discrepancia, ese reconocimiento «no significa que sea el único socio con quien discutir». Merkel es escéptica sobre una intervención militar en Libia en este momento, aunque recordó que todo puede cambiar ya que la situación en el país norafricano evoluciona continuamente.
Los líderes europeos decidieron también una serie de medidas para apoyar las reformas democráticas en los países de la orilla sur del Mediterráneo y para una eventual llegada masiva de inmigrantes a Europa. Gadafi amenaza no solo con no frenar la inmigración, también con «retirarse de su lucha contra el terrorismo y cambiar su política contra Al Qaeda», ha dicho en un mensaje.
Más de 250.000 personas han huido de Libia hacia los países vecinos, Túnez y Egipto, desde que comenzó la revuelta popular a mediados de febrero.