En «Europa en la encrucijada: el sentir ciudadano», se ha hecho referencia a la crisis institucional, política y socio económica en Europa, y cómo la percibe el ciudadano. Los dos ponentes han estado de acuerdo en una cuestión: la utilidad ha presidido la agenda europea y la necesidad de un objetivo común, una meta, o un sueño, se hace cada vez más necesaria.
Jean-Marie Cavada comenzaba el debate recordando el premio Nobel de la Paz que la UE recibió hace un año: «Europa no se construyó para establecer acuerdos económicos, sino para cambiar de una vez por todas la parte bestial de los europeos, que quedó demostrada en acontecimientos como la I Guerra Mundial, y que prevaleciera su parte civilizada».
Por su parte Barón Crespo añadía: «Viendo lo dramático de nuestro pasado, podemos ver lo grandioso de la construcción europea. La mejor imagen de la UE es la de ser tejedora de paz, labor que exige paciencia y perseverancia». A pesar de ello, ambos coincidieron en que queda mucho por hacer.
Si el premio Nobel de la Paz hablaba de sus orígenes, de cómo la UE fue creada para evitar la guerra, o promover la paz entre sus miembros, incluía también de forma implícita la pregunta: ¿Y ahora qué? Jean-Marie Cavada recordaba cómo personalmente pasó de la Guerra (nació en 1944 igual que Barón), a la Democracia, y cómo Enrique Barón y otros caminaron de la Dictadura a la Democracia, apuntando a nuestra cultura europea como artífice de los logros políticos.
Una cultura europea amenazada por el auge de la extrema derecha, cuyos partidos políticos llevan años siendo noticia en países como Hungría, Finlandia, Reino Unido, Holanda, Austria o la propia Francia. Ahora la batalla se plantea en las instituciones comunitarias: según una reciente encuesta de 'Le Nouvel Observateur', en las próximas elecciones europeas de mayo de 2014 el Frente Nacional de Marine Le Pen obtendría el 24% de los votos, por delante de socialistas y conservadores en Francia.
Frente a la xenofobia de la ultraderecha, Cavada apuesta por la regulación de la emigración, no sólo política sino también económica, recordando las cuotas que Canadá establece para la llegada de trabajadores extranjeros de acuerdo con sus necesidades. Un debate no abierto en Europa, al igual que el de la solidaridad entre los países miembros, mientras se critica ya abiertamente la rigidez y el retraso en la ayuda europea a Grecia.
«No es la deuda pública de cuatro países la causa de los problemas del euro, sino la ausencia de autoridad política que no ha permitido tomar decisiones sobre los medios financieros de la solidaridad», destaca Cavada, añadiendo que la UE no está endeudada, por lo que podría solicitar un préstamo para favorecer la innovación, la competitividad y el empleo en los sectores en los cuales los europeos somos punteros (aeronáutica, biotecnología, nanotecnología, etc.), al igual que lo hace EE UU con sus empresas en momentos de recesión.