Hablamos con Matthew Carr, periodista de investigación
Por Rebecca Hanser
NUEVA YORK, (IPS) - En las fronteras de Europa, los inmigrantes se enfrentan a muchas dificultades, desde las contradictorias y confusas políticas hacia los extranjeros hasta explotación, discriminación racial y xenofobia. El libro de Matthew Carr, «Fortress Europe: Dispatches from a Gated Community» (»Fortaleza Europea: Despachos desde una comunidad cerrada»), conduce al lector por un paseo de 279 páginas por las muy cuestionadas zonas fronterizas bajo presión de Europa.
En toda su investigación, Carr ha declarado que «escuché algunos de los más deprimentes relatos» y conocíó a «inmigrantes atrapados en situaciones increíblemente vulnerables». Estos inmigrantes, la mayoría procedente de África del norte, ponen su vida en peligro cruzando mares, desiertos y montañas para llegar a las costas de Europa, un continente que según ellos, les dará libertad, refugio y un futuro mejor. Pero en su lugar se encuentran con dificultades de todo tipo.
- Su último libro trata sobre la misma temática que el anterior «Blood and Faith» (»Sangre y fe»), la expulsión de los musulmanes de España a principios del siglo XVII. ¿Qué es lo que le llama la atención de estos temas?
Matthew Carr.- La expulsión de la minoría morisca fue un ejemplo temprano de este fenómeno, que se repite en la historia europea y en la que sociedades poderosas victimizan a otros grupos considerados extraños, inferiores e incompatibles, y tratan de «purificarlos» a través de la violencia, la persecución y la exclusión. Escribí ese libro como una «alerta de la historia» en el contexto de la obsesión europea con la inmigración, y la retórica, que prevalece cada vez más, y que representa a la inmigración musulmana, especialmente, como una amenaza existencial y cultural. Por eso escribir sobre inmigrantes, refugiados y fronteras es, en cierta manera, una progresión lógica.
- Usted mencionó que le llevó dos años y medio terminar con la investigación y escribir el libro. ¿Qué puede contarnos sobre esa experiencia? ¿Qué fue lo más importante y cómo cambió su vida?
M.C.- Cada libro que escribes te cambia, en cierta forma, tu manera de pensar, y este no fue la excepción. Recorriendo las fronteras escuché constantemente algunas historias deprimentes. Cuando comencé estaba impresionado por lo que escuchaba, pero en poco tiempo los mismos relatos se hicieron rutinarios. Al mismo tiempo me impactaba la resiliencia y la fortaleza de muchos inmigrantes que conocí. En todos los lugares conocí hombres y mujeres de organizaciones no gubernamentales y solidarias que se esforzaron al máximo por tratar de ayudarlos. Sin su ayuda nunca hubiera podido escribir el libro.
- En el último libro, suele referirse a la historia de Europa para describir atrocidades y situaciones dolorosas que deben afrontar los inmigrantes. ¿La historia se está repitiendo?
M.C.- No diría que se repite. Pero tanto la Unión Europea como «Fortress Europe» son productos de la historia y hay, por cierto, ciertas continuidades y similitudes perturbadoras entre el actual trato dispensado por los países del bloque a los inmigrantes indocumentados y los refugiados, y la forma en que se han comportado en el siglo XX con universos poblacionales similares.
La perspectiva histórica puede, espero, ayudarnos a recordar las consecuencias peligrosas de los actuales «regímenes migratorios», y también promover la búsqueda de alternativas más humanas y coherentes a esas políticas.
- Con el acuerdo de Schengen de 1985, que eliminó los controles limítrofes entre los países europeos, el continente fue ensalzado por sus «políticas sin fronteras». Pero su libro muestra las violaciones a los derechos humanos que allí ocurren. ¿Qué efectos pueden tener estas prácticas sobre la reputación de Europa?
M.C.- Una de las razones por las que la Unión Europea puso a los derechos humanos en el centro de su identidad política fue porque querían diferenciarse de los catastróficos acontecimientos de la primera mitad del siglo XX. Los actuales esfuerzos por «endurecer» los controles fronterizos contribuyen a crear situaciones en las que inmigrantes sin documentos son expuestos en forma rutinaria a la muerte, la violencia, la marginación y el acoso oficial. Esas consecuencias suelen ser obviadas o pasar desapercibidas para el público en general, sin embargo, representan una contradicción flagrante entre el compromiso de Europa con los derechos humanos, la apertura y la solidaridad, y la forma en que esos principios se implementan en el terreno.
- En su libro, usted menciona que el periodista nigeriano Emmanuel Mayah se hizo pasar por un emigrante, cruzó el Sahara y se subió a camiones atestados de gente para llegar a España. ¿Acaso su ejemplo podría servir de inspiración para una secuela de «Fortress Europe»?
M.C.- Quizá, pero creo que la historia de las travesías por el Sahara es algo que alguien más debe relatar. Es, sin duda, una historia muy difícil de contar ahora, dada la actual situación en Malí y Libia, por ejemplo, y cualquier periodista que opte por emprender la iniciativa deberá ser mucho más intrépido de lo que soy yo, y va a necesitar mucha suerte. No creo ser un camaleón exitoso para estar encubierto. Mis posibilidades de actuación son limitadas.
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